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106 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ mundo que empieza a estar determinado por lo industrial, le lleva a buscar solu ciones y propuestas concretas que faciliten y sirvan como medio eficaz para sus intereses. La respuesta concreta que nos ofrece en cada caso, no será simplemente un recurso y referencia al ámbito privado, sino que tiene una fuerte y clara reper cusión en la vida social y en toda la catolicidad a la que escribe. frente a lo que se pueda pensar, su interés y propuesta en favor de los africanos, estaba en per fecta consonancia con el régimen de libertades que se iba imponiendo en los paí ses más industrializados y, por otra parte, era una prueba concreta que, aquellos que afirmaban que la Iglesia sólo tenía intereses particulares no era cierto, aun que así pudiera parecer en algunos momentos. De esta manera, un mundo agita do y una Iglesia agitada, que aparentemente estaban en mundos muy distantes y donde no era posible el encuentro, cuando se acercan a la realidad concreta de sufrimiento y opresión del ser humano, no son tan distantes y se mantiene una sintonía bastante uniforme, aunque tenga concreciones diversas. Por otra parte, su sensibilidad hacia este tema, parece ser algo muy medita do y fruto de una sensibilidad personal, no sólo como consecuencia de ocupar la Silla de Pedro. De ahí que no sólo se preocupe de la libertad usurpada en el caso de la esclavitud, de africanos y americanos, sino que también se identifique en la lucha por la libertad de la Iglesia frente al liberalismo. Este otro concepto de libertad le sitúa en una actitud mucho más apologética, pero no se puede olvidar que aquí el Papa Pecci es fruto de su tiempo y hubiera sido impensable que se hubiera liberado de todos los condicionantes que le acompañan en su urdimbre personal. Aun con toda la actitud apologética que acabamos de señalar y que hemos ido haciendo notar al comentar la Libertas, no cabe duda que los valores que sus tentan y se proponen como inamovibles, siguen siendo los mismos que hoy pro curamos defender, convencidos de que es una manera de salvaguardar la digni dad de toda persona humana. Ese gran acierto que supuso la Doctrina Social de la Iglesia por parte de León XIII, introdujo a la sociedad en la idea de que no se podía construir al mar gen de las necesidades de los hombres, por lo que se impone como algo necesa rio el tener presente toda la reflexión y pensamiento que se ha ido elaborando a lo largo de los siglos. En la misma línea la instrucción del año 1986, Libe rtatis conscientia hacía una síntesis perfecta de lo que serían las ideas fuerza de la Doctrina Social de la Iglesia, y que vemos están en perfecta continuidad con lo propuesto por León XIII y que siguen siendo de rabiosa actualidad: “El hombre debe contribuir con sus semejantes al bien común de la sociedad a todos los niveles. Con ello, la Doctrina Social de la Iglesia se opone a todas las formas de individualismo social o político... ni el Estado ni sociedad alguna deberán jamás sustituir la iniciativa y la responsabilidad de las personas y de los grupos socia-

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