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LEÓN XIII. ABANDERADO DE LA LIBERTAD 103 palabra, ya sea oral o escrita: “La grandeza y la seguridad de la libertad están en razón directa de los frenos que se opongan a la licencia”62, puesto que en mate ria de fe, no vale la palabra de cualquiera; eso quedaría para las materias opina bles, con lo que la escala social por él propuesta, propone que su opinión es la que ha de ser escuchada de manera particular. El argumento acerca de la libertad de enseñanza es casi análogo al de la libertad de expresión, algo bastante lógico, puesto que están estrechamente vin culados entre sí. El razonamiento se basa en que toda doctrina tiene que tener como objeto la verdad. Por lo mismo “esta libertad, si ha de ser honesta, quede circunscrita dentro de ciertos límites, para evitar que la enseñanza se trueque en instrumento de corrupción”63. Dicha verdad entiende es de dos tipos: natural y sobrenatural. La primera verdad a la que hace referencia es aquella que configu ra a la persona humana en su integridad, por lo que se ve en la necesidad de sal vaguardar el patrimonio humano, compuesto por los valores que componen a la sociedad y, a un mismo tiempo, las verdades reveladas. En este sentido León XIII no se considera un advenedizo afrontando una rea lidad histórica concreta, cual es el liberalismo en este momento concreto, sino que, por otra parte, se siente garante de una tradición, que es la cultura occiden tal cristiana, de la que él es un mero exponente. Por ello mismo su planteamien to se pone en línea con la Tradición, entendiendo que no puede haber oposición entre las verdades reveladas y naturales. El cristianismo, frente a la opinión con- creta que tienen sus opositores, es fuente inagotable de libertad y, por ello mismo, el conocimiento auténtico de la verdad es lo que hace al hombre verdaderamente libre. La referencia a la Escritura parece aquí algo obligatorio, ya que es el cono cimiento de la verdad lo que hace al hombre enteramente libre (cf. Jn 8,32). Ese interés singular de la Iglesia por conservar la libertad de enseñanza está basado en un afán por preservar la sociedad humana, puesto que el educar y estructurar en valores asegura un camino y unas pautas de comportamiento con cretas y medibles en una sociedad, que permitirá al hombre optar y emitir un jui cio coherente sobre aquello en lo que tenga que decidir. Por lo mismo, entiende que “no hay, pues, motivo para que la libertad legítima se indigne o la verdade ra ciencia lleva a mal las justas y debidas leyes que la Iglesia y la razón exigen igualmente para regular las ciencias humanas”64. Hay, para él, una unidad indisoluble entre la Iglesia defendiendo la fe cris tiana con todos sus valores y la defensa de la libertad, puesto que en la protec ción de una enseñanza donde se mantengan unos valores humanos, se estará 63 “Quoque libertatem, ut honesta sit, certis finibus circumscriptam teneri necesse est: nimiwm ne fien impune possit, ut ars docendi in instrumentum conruptelae ventatur”: ibideín. 64 “Quare non est caussa, cur germana libertas indignetur, aut ven nominis scientia moleste ferat leges justas ac debitas, quibus hominum doctrinam contineri Ecclesia simul et ratio consentientes postulant”: ibi dem, 607-608.

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