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PLATÓN: LA ESCRITURA EN EL LIBRO DEL ALMA La imagen del alma como un libro interior suele asociarse inmediatamente a la conocida y divulgada metáfora aristotélica de la mente, como una tablilla o página en la que no hay nada escri- to 1 , hasta que el entendimiento agente graba en ella, mediante su actividad luminosa e ilustradora, las formas inteligibles. Y, sin embargo, la metáfora del libro interior del alma es una invención de Platón, seguramente sugerida por la transformación tecnológica que supuso la utilización de la escritura a partir del último tercio del siglo V a. C 2 . Ha sido mérito indudable de Havelock 3 haber destacado el papel singular de Platón en esta revolución. Según él, Platón, por el particular momento histórico y cultural en que le tocó desarrollar su 1 A RISTÓTELES , De anima 430 a. Literalmente dice Aristóteles que el alma es «una tablilla en la que nada está actualmente escrito», refiriéndose evidentemente al entendimiento en cuanto se halla en potencia de entenderlo todo. Una página antes, en ese mismo capítulo cuarto del tratado Acerca del alma , Aristóteles afirma que «dicen bien los que dicen que el alma es el lugar de las formas, si precisamos que no lo es toda ella, sino sólo la intelectiva y que no hablamos de las formas en acto, sino en potencia» ( Ib ., 429 a) 2 No faltará quien niegue la originalidad de Platón respecto a esta metáfora, puesto que ya existía una imagen semejante en la poesía o entre los socráticos. En efecto, tanto en algún verso de Píndaro, como en algún pasaje de la tragedia griega puede leerse alguna alusión genérica a la escritura en la mente de los hombres, pero no en el sentido de «alma», como órgano de la inteligencia y la deliberación. Y, res- pecto a Antístenes, es cierto que Diógenes Laercio cuenta la anécdota de que cuando se le acercó un joven «que deseaba frecuentar la escuela y le preguntó qué necesita- ba para ello, le respondió: «Un libro nuevo, un estilete nuevo y una tablilla nueva», queriendo decir que necesitaba una mente» (D. L., VI, 3). Hay, ciertamente, una alu- sión a la mente como una tablilla sin más explicación. Tal vez sea una imagen que Antístenes y Platón han tomado de Sócrates, pero no cabe duda de que la explicación y el despliegue hermenéutico de dicha imagen son enteramente platónicos. 3 H AVELOCK E. A., Prefacio a Platón (Madrid 1994). La obra fue publicada por primera vez en 1963, causando una fuerte conmoción entre los estudiosos de Platón, por la novedad del planteamiento y la tesis radical que presentaba. Y, desde enton- ces, ha suscitado tantas críticas y comentarios que puede decirse que ha sido una obra extraordinariamente provocadora en la reciente historiografía sobre Platón.
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