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Para conseguirlo se acude al aceite astringente de rosas y al de mem- brillo o de mirto, con el que se practican unciones ligeras por el cuerpo, remplazándolas luego por cerato, en el que se ha hecho entrar uno de dichos ingredientes. Si no cesa el sudor, se frota sua- vemente al enfermo con yeso, con litargirio o con creta cimolada, o bien se esparcen sobre él algunas de estas sustancias pulverizadas. Pueden hacer el mismo efecto polvos de hojas secas de mirto o de zarzal, o heces de un buen vino astringente, secas y bien trituradas, y a falta de estas sustancias, otras muchas semejantes, e incluso es bastante útil el polvo del camino. Además de esto, para que el enfer- mo sude menos habrá que abrigarle con poca ropa y tenerlo en un sitio fresco con las ventanas abiertas a fin de que el aire del exterior pueda llegar hasta él. La tercera indicación que vamos a hacer es la de reparar el agotamiento de fuerzas mediante vino y alimentos, que no han de ser abundantes, pero sí frecuentes, tanto de día como de noche, y de naturaleza que nutran y no sobrecarguen al enfermo. Deben, pues, ser estos alimentos de la última clase y apropiados al estado de su estómago. Si no fuera necesario, no hay que apresu- rarse a concederlos. Si hay temor de desfallecimiento del enfermo, se le puede permitir sopa en vino astringente e incluso que beba este vino, con tal de que sea ligero, tibio y no puro. Se le prescribe entonces liberalmente de cuando en cuando, añadiéndole, si no toma bastante alimento, harina de trigo tostada; el vino no debe ser ni demasiado fuerte, ni demasiado flojo, y la cantidad adecuada para el día y la noche será la de tres heminas, o más si se trata de un indi- viduo de gran corpulencia. Cuando el enfermo rehúsa los alimentos se recurre a unciones seguidas de afusiones frías, y después de ellas se dan alimentos. Pero si el estómago afectado por la inercia, retie- ne difícilmente las sustancias alimenticias, se provoca el vómito antes y después de su ingestión y se hace comer nuevamente al enfermo. Si ni aun así se consigue tolerancia de estómago, es nece- sario que el enfermo tome primero un vaso de vino y una hora des- pués otro. En el caso de que éste sea igualmente devuelto, convendrá frotar todo el cuerpo con cebollas picadas, que una vez secas producirían el efecto de contener los vómitos y permitir enton- ces que el vino devuelva su calor al cuerpo y a las venas toda su energía. Como último recurso se administrará una lavativa con crema de cebada o de trigo, ya que también por este medio se pueden sos- LAS RAZONES DEL CORAZÓN 61

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