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vital, cuyo alimento o sustento es el aire, su origen está en el cora- zón, de donde es enviado por el pulso al resto del cuerpo, y pro- duce la vida, el pulso y el aliento; y otro que de la raíz de anima se dice animal, el cual actúa en el cerebro mismo, cuyo alimento es el espíritu vital y cuyo origen está en el cerebro, produce en el cere- bro mismo el pensamiento, la memoria y la previsión y desde aquél es enviado por los nervios a los demás miembros para que produz- ca la sensación y el movimiento» ( De differentia animae et spiritus , c. 2). En otro libro traducido por las mismas fechas, el De motu cor- dis de Alfredo de Sareshel (Alfredo Anglico, uno de los traductores de la Escuela de Toledo), se lee: «Los físicos y filósofos más impor- tantes, como Aristóteles, Platón e Isaac, y también Costa, hijo de Luca, en el libro que publicó sobre la diferencia entre el alma y el espíritu, declara que son solamente dos, a saber el vital y el animal y enseña que el animal toma su origen en el vital» ( De motu cordis c. 10, n. 7). Y más adelante: Duo igitur tantum sunt spiritus . De estos dos, el principal tiene su sede en el corazón. De ahí que afir- me en otro lugar: Cor igitur animae domicilium est ( De motu cordis c. 8, n. 6). De la misma opinión serán los nuevos filósofos aristoté- licos del Occidente latino. Así, Alberto Magno, quien escribe: «De dos clases es el espíritu, a saber vital y animal, que se divide en sen- sible y motor. El espíritu animal abunda en el cerebro...; pero el espí- ritu vital abunda en el corazón» ( Quaestiones de animalibus q.5, ad 1). De ellos, el espíritu cardiaco es el principal. «El alma primero llega al corazón, y por eso al corazón se le llama la sede del alma» (Alberto Magno, Quaestiones de animalibus L. XVI, q. 15). «Y por tanto la sustancia del alma es una, cuyo acto es la vida del corazón, que ejerce potestades particulares en los demás miembros» (Alberto Magno, De anima L. I, trac. 2, cap. 16). Especial mención merece el opúsculo de Tomás de Aquino titu- lado De motu cordis , quizá el ejemplo más preclaro de la tradición cardiocéntrica medieval. Está redactado según los más puros cáno- nes de la disputa escolástica. Comienza fijando el tema u objetivo de la disputa ( argumentum ), después expone las opiniones más acep- tadas y hace ver su inconsistencia ( sed contra ), tras ello explica su propia postura, en lo que es el cuerpo del trabajo ( corpus ), y final- mente responde a las objeciones ( responsio ). 46 DIEGO GRACIA

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