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El alma superior y principal que Alcmeón sitúa en el cerebro de los hombres es «inmortal» (Diógenes Laercio, VIII, 83; D.-K. 24 A 1), y constituye la sede del pensamiento. Ella es la que diferencia a los hombres de los animales. Según el testimonio de Teofrasto, Alcmeón fue quien primero definió la diferencia entre hombres y animales. «El hombre, en efecto —dice—, se diferencia de los otros [animales] sólo porque comprende; los otros, en cambio, sienten pero no com- prenden, de modo que el entender y el sentir son distintos, y no lo mismo, como sostiene Empédocles» (Teofr. De sens 25; D.-K. 24 A 5, 24 B 1a). Según parece, Alcmeón de Crotona no llegó a estas conclusio- nes por meros razonamientos, sino a través de la experiencia. De hecho, Diógenes Laercio lo considera más médico que filósofo, y dice de él que «la mayor parte de los asuntos de que habla son de medicina, aunque algunas veces se ocupa de la naturaleza» (VIII, 83; D.-K. 24 A 1). Calcidio, por su parte, refiere que «era versado en cuestiones naturales, y quien por vez primera se atrevió a empren- der la vivisección» (Calc Timeo 279; D.-K. 24 A 10). Cabe deducir, pues, que su actitud ante el cerebro estuvo influida por su condición de médico, lo que quizá también explica el decidido cerebrocentris- mo de toda la medicina hipocrática, si se exceptúan algunos miem- bros del grupo siciliano. Esto es tanto más presumible, cuanto resulta difícil exagerar la importancia de Alcmeón en el nacimiento de la medicina científica griega. Quizá sea oportuno recordar que él fue el primero en definir la salud y la enfermedad de modo estric- tamente natural, como «equilibrio de las fuerzas» constitutivas del cuerpo humano en el primer caso, y como «predominio» de una sobre las demás, en el caso de enfermedad (Aecio, V 30, 1; D.-K. 24 B 4). Este principio, que fue aceptado por toda la tradición hipocrá- tica, supone el verdadero comienzo de la medicina occidental. Para ver cómo asumen los médicos hipocráticos las tesis cere- brocéntricas, nada mejor que acudir al escrito titulado Sobre la enfer- medad sagrada , un típico ejemplo de lo que es la medicina griega del siglo V a.C. Su autor es un ilustrado que se enfrenta polémica- mente con la medicina mítica anterior, intentando demostrar que todas las enfermedades son consecuencia de la alteración del equi- librio del cuerpo, y que por tanto ninguna es más o menos sagrada que las demás. Como se ve, la convergencia con las tesis de LAS RAZONES DEL CORAZÓN 27

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