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224 ENTRE TODOS, JUAN DE ÁVILA profundidad, mostrando una eminens doctrina no común en otros au– tores y maestros de su época; al tiempo convierte este en un magis– terio que no se ha quedado paralizado en el tiempo, sino que se pro– pone y resurge constantemente como lugar de referencia y de vuelta constante para generaciones sucesivas. Sin descuidar esto, no se puede dudar del papel relevante que él ocupa en el momento histórico-espiritual de su época, difícilmente comparable con otros autores de su tiempo. Así, la misma santa Te– resa de Jesús, en 1568, cuando escribe la segunda redacción de su Libro de la Vida, envía el manuscrito autógrafo al Maestro Ávila, al tiempo que añade que lo ha escrito pensando en él. Para que el ma– nuscrito llegue a sus manos se valdrá de la noble toledana doña Lui– sa de la Cerda, que lo llevará personalmente a san Juan de Ávila. El interés de santa Teresa se basaba en el renombre que este tenía como maestro de vida espiritual de la época y que había sobrepasa– do ya ampliamente los límites geográficos de Andalucía, en la que él se encontraba, llegando hasta la ciudad de Ávila. Por ello, entendía ella que podía ser capaz ~e discernir y valorar su L ibro de la Vida, cuando existían discrepancias acerca del mismo. En septiembre de ese mismo año, el Maestro Ávila responde dándole un parecer favo– rable: «el Maestro Ávila me escribe largo y le contenta todo», dirá ella. El detalle resulta especialmente elocuente, por el mismo hecho de que es una futura Doctora de la Iglesia, santa Teresa de Jesús, la que pedirá el parecer del Maestro de vida espiritual y predicador atento e incansable, que fue san Juan de Ávila. n \ ~~. l

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