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SAN JUAN DE ÁVILA: MAESTRO DE LA VIDA COTIDIANA 223 para todos, con el que poder practicar la oración mental y poner de manifiesto la eficacia de la misma. La conciencia común de los auto– res era que la oración mental terúa necesariamente que ser verificada en su práctica; algo que, desde el momento que se ubicaba en el contexto personal, caracterizado por la intimidad, ya no resultaba tan sencillo. Así se explica que autores como el teólogo Melchor Cano se situaran en la línea opuesta del Maestro Ávila o fray Luis de Granada, ya que entendía que no se debían enseñar al pueblo for– mas de oración que pusiesen en peligro las comunitarias; que, al contrario de la oración mental, estaban sustentadas en la oración vocal y, lo que era más importante para él, que en todo momento se– rían más ortodoxas, por el simple hecho de que podían ser controla– das sin esfuerzo, sin que pudieran caer tan fácilmente en desviacio– nes. San Juan de Ávila no fue ingenuo en este punto debatido y delica– do de su contexto histórico, sino que buscará otros complementos, por medio de los cuales catequizar al pueblo, salvando así el riesgo siempre presente entre ortodoxia y heterodoxia. Sustentándose, por una parte, en su predicación, que era eminentemente sapiencial y que terúa el efecto de un profundo contenido teológico, que se ba– saba en la Teología escolástica y positiva, y que él había asimilado en las aulas universitarias, pero que, al mismo tiempo, contaba con el hecho de hacerse comprensible para la gente sencilla, moviéndoles el corazón. Era, por tanto, una predicación afectiva que, al mismo tiempo, :;e completaba por medio de un espontáneo método de ca– tequizar al pueblo, que respondía a las necesidades propuestas por el Concilio de Trento, en el cual, por medio de preguntas y respues– tas, se iba percibiendo el contenido esencial de la fe, asimilando y haciéndolo fruto de la propia vida y experiencia. Precisamente, su método servirá de fundamento a los posteriores catecismos de los jesuitas Astete y Ripalda, que serán los grandes beneficiados de la intuición avilista. Esta sensibilidad singular, ese magisterio de la vida cotidiana, nos atrevemos a afirmar que lo convierte también hoy día en modelo de acción evangelizadora para nuestro presente, donde son necesarias figuras cuya doctrina conjugue, a un mismo tiempo, la sencillez y

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