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SAN JUAN DE ÁVILA: MAESTRO DE LA VIDA COTIDIANA MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ Universidad Pontificia de Salamanca La oración y, por extensión, su práctica, se convirtió durante el si– glo XVI en uno de los temas de calado más amplio, en el que entra– ban en juego distintos niveles de comprensión. No se trataba de un tema cerrado sobre los claustros monásticos y conventuales, sino que preocupaba tanto en las grandes catedrales renacentistas como en los mercados de las villas más ilustres de los reinos peninsulares, pasando por las más doctas Universidades o los Estudios Generales de las órdenes más prominentes. Era, por tanto, un tema de crucial importancia en la expresión popular de la Iglesia, pero también en las preocupaciones de los grandes maestros de vida espiritual. Un campo en el que las divisiones formales de la estructuración jerár– quica de la Iglesia parecían desaparecer. Todos tenían la posibilidad de acceder a ese mundo de encuentro con el Misterio. Así, el signifi– cado y el alcance de la oración se convirtió en la piedra de toque de una espiritualidad interior. Se trataba, también, de una manera pecu– liar de comprender las relaciones entre Dios y el hombre, y de este con la sociedad de la que era parte integrante. Uno de los grandes maestros y promotores de esa vida espiritual y, por lo mismo, de la oración fue el Maestro san Juan de Ávila, hombre preocupado y atento por responder a las necesidades del ser humano de su momento presente. Figura que, si no ha logrado la adecuada proyección social, ha sido solo como consecuencia del hecho de que a sus espaldas no ha estado nunca una institución que, a lo largo del tiempo, se haya preocupado de manera atenta y pru– dente por guardar memoria de su figura y tradición. Él, con gran acierto y espontaneidad, comprenderá que la renovación de la socie-

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