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91 Esto se ha expresado, de manera peculiar, en temas que afecta- ban al común de la sociedad, a cristianos y paganos, así como a los pueblos bárbaros con los que el cristianismo iba entrando en contacto. Un ejemplo claro es la pobreza, por medio de ella se va perfilando una percepción espiritual particular, donde se puso de manifiesto una intui- ción y sensibilidad acerca de la nuclear importancia de la pobreza en la vocación cristiana. Así, al subrayar la especial relación de Cristo con la pobreza, los Padres consiguieron cuestionar aquellas formas de organi- zación y de dirección en el seno de la Iglesia, que consideraban como contrarias a la actitud adoptada por Jesús. En este orden de cosas, es importante no perder de vista que Basilio de Cesarea, Gregorio de Nisa, Gregorio de Nazianzo y Juan Crisóstomo, en Oriente e Hilario de Poitiers, Ambrosio de Milán o Jerónimo, en Oc- cidente, son personajes sobresalientes y adinerados de la sociedad que se someten a una pobreza voluntaria, siguiendo la tendencia ascética de su época. El ejemplo más significativo es el del asceterio de Diodoro de Tarso, que éstos conocieron 10 . Precisamente por ello el conflicto no es- tará, generalmente, en herejías doctrinales, sino en expresiones de vida, de intuiciones y sentimientos. Fueron, frecuentemente, movimientos que iban adquiriendo, en su propio camino, un carácter democrático-reli- gioso y que, por tal motivo, lograron también cierta ascendencia política, aunque en su inspiración original habían sido indudablemente religiosas y estaban al servicio de la construcción de una forma de estar cristiana, válida para un grupo de fieles que, precisamente por ello, se configuraba como la expresión de una espiritualidad. 2.2. La búsqueda de nuevos caminos de vida cristiana En este sentido, no se puede perder de vista que los monjes del de- sierto, los anacoretas, eran laicos. Fueron los primeros en darse cuenta de los riesgos de lo mundano y de la secularización a la que se exponía el cristianismo, especialmente cuando era favorecido y apoyado por el 10 Sobre este particular, cf. DELGADO JARA, Inmaculada. “San Juan Crisóstomo. Ser- mones antes y después del primer exilio (PG 52,427-448)”. Helmática 57 (2006), pp. 148-149.

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