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105 4. E l laicado y la organización eclesial canónica . E ntre E dad P atrís - tica y M edioevo Pero el laicado no constituye un cuerpo homogéneo, sino que po- demos constatar y señalar diversas categorías, algunas de ellas de gran relevancia. Así, los carismáticos, las viudas frecuentemente socorridas con los bienes de la Iglesia, adquirieron un estatuto especial en la iglesia primitiva. Enseguida volveremos sobre ellas. La documentación de los siglos III y IV equipara ascetas y vírgenes , por lo menos en sus comienzos; los confesores , es decir, los que habían padecido en las persecuciones, sin haber perdido la vida en ellas. La Tradición Apostólica de san Hipólito afirma que los confesores tienen el honor del presbiterado y que no es necesario imponerles las manos. Basándose quizás en esta circunstancia, los confesores se arrogarán la facultad de absolver a los lapsi, reintegrándolos a la Iglesia y evitándoles las penitencias públicas previstas para este caso. Los catecúmenos aparecen mencionados por san Pablo y la Dida- ché . La institución no es anterior a finales del siglo II. Tertuliano llama catechumini a los que se encontraban en este estadio previo a la entrada en el cristianismo. A partir del siglo IV, con el cese de las persecuciones y con la entrada en masa en el cristianismo, el catecumenado perdió mucho de su significado y eficacia, bastando prácticamente la entrada en el catecumenado para recibir de modo, casi automático, el bautismo 41 . Progresivamente, el carisma, que daba un lugar importante a diver- sos laicos en la vida eclesial, cede definitivamente su puesto al oficio al que sólo dan acceso las órdenes. Pese a esta disminución del papel de los laicos, seguirán participando en la vida de la Iglesia más activamente que en cualquier época posterior. En este periodo tuvo origen la institución llamada de las iglesias propias, relacionada con los laicos, que consistía, fundamentalmente, en 41 Cf. RILEY, H. H. “Christian Initiation. A Comparative Study of the Interpretation of the Baptismal Liturgy in the Mystagogical Writings of Cyril of Jerusalem, John Chrysostom, Theodore of Mopsuestia and Ambrose of Milan”. Studies in Christian Antiquity 17 (1974); GRANADO, C. “La confirmación en el siglo IV. Ambrosio de Milán, Catequesis Jersolimitanas, Juan Crisóstomo”. Estudios Trinitarios 27 (1993), pp. 21-79.
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