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102 A los laicos, especialmente, es requerida la oración y el parecer en las ordenaciones, según la praxis apostólica 36 , pero teniendo claro que el juicio definitivo es competencia del obispo. Estos pueden colaborar con la iglesia local también por medio de su juicio crítico personal, que ha de ser expresión de caridad, por ejemplo, en relación al mismo obispo y sus homilías excesivamente largas 37 . La consecuencia es que quien da un consejo útil se muestra sabio, y el que lo sigue, prudente 38 . Los laicos colaboran con el obispo y los presbíteros en la exhorta- ción a los ausentes para que participen en la asamblea litúrgica, y en ésta pueden favorecer el orden y el silencio 39 . Esto se entiende que no se refiere sólo a los varones, sino también a las mujeres, con la precisión requerida en cada caso. Lógicamente, toda esta riqueza, que se desa- rrolla con gran amplitud en Oriente, terminará por permear también en Occidente. 3.2. San Agustín Podemos considerarlo como el Maestro de la espiritualidad Occi- dental. De Oriente, al culminarse la época de las persecuciones, vino la vida monástica que tenía como referente a Casiano, en el que se ins- piraron tanto Agustín como Benito. La Iglesia de Occidente desarrolló una forma propia de vida monástica y una doctrina espiritual específica. Así, a partir de un modelo común, se desarrolla una creatividad con acentos peculiares y propios que intentan responder al ideal que había supuesto el paso del martirio de sangre al martirio blanco. Esto se pone especialmente de manifiesto en la mortificación interior o ascesis que se relaciona particularmente con la virtud de la caridad, expresando así un movimiento hacia el prójimo. En san Agustín el alma vive en tensión perenne hacia el amor de caridad que tiene como objeto específico a Dios. El amor se entiende que lo permea todo y abraza la piedad. Esa piedad –afirmará él– es amor de 36 Cf. Ibid. 37 Cf. ID. De mutatione nominum , 3,1 (PG 51,131). 38 Cf. In epistolae II ad Corinthios , hom. 18,3 (PG 61,528). 39 Cf. ID. In Acta Apostolorum , hom. 24,4 (PG 60,190).

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