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94 pastoral. Este servicio estaba en estrecha unión al hecho de que a todos los cristianos se les pedía que dieran a conocer el mensaje evangélico y que trabajaran con todas sus fuerzas para el adecuado progreso de la comunidad. La Didaskalia establece la misión que cada uno ha de desempeñar en la Iglesia, así como los diversos grados y atribuciones del clero, pero también de las viudas, de las diaconisas y de los laicos en general. En particular, de éstos últimos se dice que les corresponde “vivid en paz unos con otros, esforzaos con sensatez en hacer crecer la Iglesia, en convertir a la misma a quienes son considerados fieras, en educarlos y reintegrarlos” ( Didaskalia apostolorum 2,56,4). 2.3. La consideración del laico en la comunidad eclesial El cambio de relaciones internas de los miembros de la comunidad, en la organización de las mismas y en la desigual participación litúrgica produjo reacciones variadas. Los montanistas, que aspiraban a una reno- vación eclesial, promovieron una férrea protesta. Para éstos el Paráclito era la única autoridad que debía ser escuchada y seguida, entendiendo que su espíritu era derramado indistintamente sobre el hombre y la mujer, sobre el clérigo y el laico. De hecho, con el mismo Montano, dos mujeres –Maximilla y Priscila– fueron arrebatadas con los mismos éxtasis y se pusieron a profetizar, a predicar y enseñar. Una vez superado el movimiento montanista, resultó imparable la clericalización. El mismo Orígenes fue testigo en su propia carne de ello, cuando estalló la controversia sobre la posibilidad de que los laicos predicasen. Éste, además de enseñar privadamente, predicaba en la eu- caristía en presencia de los obispos celebrantes. Algunos obispos la acep- taban sin más, otros como Demetrio, poderoso obispo de Alejandría, lo rechazaba y protestará ante los obispos de Cesarea y Jerusalén, que habían invitado a Orígenes y le habían dado la ocasión de añadir en la celebración litúrgica a su título de “maestro de la escuela de Alejandría”, también el de predicador. Los dos obispos replican al de Alejandría y éste se defiende afirmando: “Añade en su carta que esto jamás se oyó, ni ahora se hace, el que prediquen los laicos estando presentes los obispos. Yo no se cómo dice lo que evidentemente no es verdad, porque dondequiera que se encuentran hombres con capacidad para aprovechar a los hermanos, los santos obispos

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