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92 poder civil. Se convirtieron en una protesta silenciosa y temprana, la respuesta de un grupo de cristianos ante una Iglesia unida al Estado. Sólo hay que pensar en el cristianismo que se va configurando en la Roma imperial y ver cómo las respuestas que se salían de lo común eran mal vistas y rechazadas. Es la experiencia que vive el mismo san Jerónimo, antes de partir para Tierra Santa. También es cierto que mu- chos de estos grupos quedaron pronto encuadrados en organizaciones reguladas y fácilmente dirigidas por autoridades, de distinto talante, pero que se encargarían de ir encauzando y domesticando las extraordinarias e imprevisibles energías de aquellos solitarios. En lo que a nosotros nos puede interesar, una de las cuestiones más interesantes es que los Padres fueron capaces de dar una respuesta coherente a las necesidades espirituales de los hombres y mujeres de su tiempo. Para ello introdujeron en el discurso cristiano las actitudes tradicionales de sus raíces y la cultura de su medio ambiente, injertando y haciendo fructificar con gran creatividad la mística del cristianismo, en lo pequeño y cotidiano, que pasaba también por las viejas tradiciones familiares. Teniendo esto presente, el mensaje espiritual de los Padres, que ha sido fuente de inspiración en Oriente y Occidente, necesita ser situado en su contexto natural, aunque a sabiendas de que siempre estará limitado por las polémicas entre los cristianos de aquella época, espe- cialmente las herejías. Así sucede con las grandes reflexiones y discursos teológicos, como fruto concreto de las teorías que fueron combatidas. Es el caso de Atanasio frente al arrianismo y su doctrina de la encarnación divina, de Agustín que refuta la ética pelagiana. Hombres como Arrio, en la iglesia de Alejandría de principios del siglo IV, Apolinar en la de Antioquía durante la segunda mitad de ese mismo siglo, o Pelagio en Roma a principios del siglo V, podían ser ejemplos de santidad personal y llegar incluso a ser influyentes como comentadores de la Palabra de Dios. También como teólogos y con- sejeros, pero su mensaje espiritual estaba oscurecido detrás de malas interpretaciones y de las distorsiones de sus principios, por lo que serán combatidos por aquellos que atendían al sensus fidelium , que miraban con atención a la gran Iglesia, dando así equilibrio y autenticidad al pueblo.

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