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324 Por tanto, muy contra lo que pudiera parecer, o lo que hemos sostenido en algunos trabajos anteriores, hoy creemos afirmar que el pensamiento de la «Escuela de Salamanca» fue realmente importante para los movimientos insurgentes e independentistas, pero no porque fuera más coherente o más eficaz, sino porque era el que habían asimilado culturalmente y, por lo mismo, más fácil de proponer y usar ante el cuerpo social. Por este motivo, si el con- texto social hubiera propiciado que el pensamiento preponderante no fuera el de Suárez y Mariana, seguramente, este hubiera estado también presente, aunque con menor incidencia. Por otra parte, no se puede ser ingenuo y, el proceso de independencia que tiene lugar en toda la América española, es sufi- cientemente grande como para que tenga una diversidad significativa de solu- ciones y resultados concretos. Esto está también haciendo referencia a la significativa diferencia de la mayoría de los movimientos independentistas, que surgen en un marco urbano y, por otra parte, el de la Nueva España, que lo hace desde un entorno más rural. Con todo, en la significativa diversidad coincide la presencia de un cuerpo social de patricios criollos con una adecuada formación y una convic- ción personal, social y carismática como para apasionar al propio pueblo. Por ello mismo, a la vez que el movimiento insurgente ha de ser tenido en cuenta, el intento por justificar la propia soberanía, que encontrará un recurso ade- cuado en las clásicas tertulias que ahora son acompañadas por la lectura de la prensa; elementos que servirán a un denominador común. Es cierto que éstas se dirigen fundamentalmente a grupos muy minoritarios, pero que transmi- tirán su sensibilidad y lucha al conjunto de la sociedad, que tenía una de sus fórmulas de organización social en los Cabildos abiertos, aunque éstos casi siempre con un carácter oligárquico. Al mismo tiempo, no se puede minusvalorar el papel significativo de la Igle- sia en los movimientos de emancipación. 123 De igual manera que el clero alto estaba especialmente vinculado a los realistas, el clero bajo se conformaba con la sociedad en la que había nacido y de la que se consideraba como parte indi- soluble. Por otra parte, el clero regular, aparentemente estaba más vinculado con las fórmulas del Antiguo Régimen, pero pronto comenzaron a surgir religiosos que se identificaban con el ansia de independencia de su territorio concreto. Si hasta aquel momento las élites habían generado la imagen de un ene- migo común en la España peninsular, pasada la frontera de 1810 comenzarán a poner de manifiesto también las diferencias regionales que ofrecía cada terri- torio, ya fuera un virreinato, una audiencia o una comandancia. Este hecho 123 Cfr. Domingo Ramos, España en la Independencia en América , Fondo de Cultura Econó- mica, Madrid, 1996 , p. 144 . miguel anxo pena gonzález

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