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283 podemos encontrarnos con diversas escuelas de pensamiento –incluso mani- fiestamente enfrentadas entre sí–, pero que también contaban con una serie de componentes comunes. Ambos elementos, los coincidentes y los diversos, eran los que automáticamente configuraban los grupos de presión o ideológi- cos del momento y, por lo mismo, a las instituciones y maestros. Para poner en evidencia la importancia de esto, parece necesario detenerse en confirmar los elementos configuradores fundamentales. Posiblemente la característica más singular y propia de la Escuela no se encuentre en ella misma, ni siquiera en sus métodos, sino en la sensibilidad humanística de aquel momento, que le dota de unas herramientas que facili- tan mirar la realidad desde un prisma determinado y, desde el mismo, brindar soluciones coherentes, capaces de convencer e incluso entusiasmar a un audi- torio académico. Al mismo tiempo, y como consecuencia, la posibilidad de ofrecer dichos resultados en un marco más amplio. En este sentido, esa preo- cupación por el hombre de su momento histórico tendrá unas concreciones adecuadas y especialmente importantes, en una mirada atenta hacia aquello que hacía referencia a la ley y la justicia. Ellas mismas serán capaces de renovar las estructuras sociales y el pensamiento general de las sociedad, cuestionando actos y proponiendo soluciones teóricas novedosas, difícilmente imaginables en etapas anteriores. Curiosamente, todas ellas estaban sostenidas a partir de los conceptos clásicos: ley natural, bien común, concordia, dominio, restitu- ción... pero vistos con esa novedad que ellos ahora le aplican. Este detalle pone en evidencia otra de las características más singulares: el hecho de ofrecer una lectura de amplio calado, con un marcado acento inter- disciplinar, que hacía que dichas preocupaciones no fueran exclusivamente una cuestión de eruditos y maestros, sino un tema que, por diversos motivos, aglu- tinaba a las fuerzas vivas de la sociedad. De esta manera, la Teología que había sido siempre una ciencia de clérigos, fundamentalmente regulares, pasaba a estar en el centro de la escena pública y social, imbricándose perfectamente en todo el entramado social del momento. Por otra parte, a lo largo del siglo xvi , la Universidad de Salamanca había gozado de una posición económicamente próspera, lo que le permitía atraer hacia sí figuras de primer nivel en los distintos saberes. 6 La mayoría de los mismos coincidían en el hecho de que llegaban a Salamanca para ejercer el magisterio, después de haberse formado en otras universidades, fundamental- la «escuela de salamanca» y el pensamiento independentista 6 Cfr. Luis E. Rodríguez-San Pedro Bezares, Juan Luis Polo Rodríguez, «La hacienda tra- dicional, siglos xv-xviii », en Historia de la Universidad de Salamanca. II. Estructuras y flujos , coord. Luis E. Rodríguez-San Pedro Bezares, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2004 , pp. 287 - 330 .
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