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300 tad civil, de tal manera que, cuando el titular actual cesaba sin sucesor legí- timo, –ya fuera por deposición, renuncia o abolición de la institución corres- pondiente– la soberanía revertía en la comunidad política como auténtico titular habitual. Dicha doctrina no era una simple entelequia, sino que estaba perfectamente imbricada en el pensamiento hispánico, tanto en los entornos cortesanos, como en las aulas universitarias y ambientes intelectuales de las distintas épocas –aquende y allende los mares– así como en los marcos reli- giosos y eclesiales, identificados fundamentalmente por el púlpito y el confe- sonario. No cabe duda que el cambio fue lento y progresivo de tal suerte que los Borbones, desde una actitud absolutista, fueron determinando la configu- ración de una nación a partir de la propia institución soberana. 3. Hispanoamérica hacia la independencia 3 . 1 . Cauces y recepción de un pensamiento . Las ideas hasta ahora señaladas cobran mayor fuerza si tenemos en cuenta que, la formación universitaria en His- panoamérica estaba fundamentalmente en manos de los jesuitas. Eran éstos, desde su presencia en las Universidades así como en sus Colegios-Universidad, los que formaban a las élites criollas, desde la Nueva España hasta el Río de la Plata. Éstos seguían fielmente las doctrinas de Suárez, en razón de su amplio magisterio, así como por su equilibrio y amplitud de miras, frente a otras lec- turas más radicales. Al mismo tiempo, no podemos olvidar que, desde 1721 , los jesuitas habían logrado implantar también en las universidades una cáte- dra específica en la que se enseñaba la doctrina del Doctor Eximio. 56 Había sido una estrategia magistral, en la que se les abría una nueva posibilidad de proponer su interpretación peculiar y propia del tomismo. Con dicha con- cesión real, ya no era sólo en las instituciones directamente regentadas por la Compañía donde las doctrinas suaristas venían explicadas directamente, sino que ésta pasaba a ser habitual en las universidades de la Monarquía hispánica. Aunque la cátedra de Suárez dependía de la Facultad de Teología y, por lo mismo, pareciera que sería menos permeable en el marco general, lo cierto es que ésta seguía siendo un núcleo fundamental de inspiración y de legiti- mación. Por otra parte, aunque la Teología no estaba en uno de sus mejo- res momentos más brillantes, seguía siendo prima artium . La prueba de ello la encontramos en el mismo absolutismo borbónico que, en todo momento, está 56 Cfr. M.A. Pena González, La Escuela de Salamanca... , pp. 246 - 250 . miguel anxo pena gonzález

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