BCCAP000000000000107ELEC

La ideología de las independencias – 391 – abusos, aunque fuera de manera exagerada, se convertía en un elemento de apoyo para los secesionistas. La cuestión no era, una vez más, si lo dicho era veraz. Lo importante es que fuera adecuado y oportuno para los intereses que se querían promover. En esta lectura, había una presencia significativa del pensamiento elaborado en la Alma Máter salmantina a lo largo de aquellas décadas clásicas del siglo XVI 66 . Los políticos, por tanto, reflejan un uso del populismo que llega a los discursos que pronunciarán en los congresos, así como en las fórmulas de los artículos de las Constituciones o en sus car- tas e instrucciones al pueblo. Ejemplo de ello será el mismo Simón Bolívar, que en la Constitución boliviana, llega a una gran similitud con el ideal político de Suárez. Se desligaban de la Madre Patria, pero no lo hacían del pensamiento, ahora ya múl- tiple, que los había ido conformando. Eran también parte del sustrato final, pero siem- pre con matices muy propios y marcados desde el contexto concreto americano. Así se explican sermones como los del sacerdote de Guandacol, José Francisco Echenique, que, sin ambages, afirmará que el poder de los Reyes estaba subordinado al de los pueblos. El Gobernador, asustado ante tal afirmación en aquel momento de feroz absolutismo, recurrirá al Cabildo eclesiástico, con la intención de frenar aquellas ideas y dar una explicación lógica al hecho. El Presidente del Cabildo le responderá: ... en la Universidad se han enseñado las mismas doctrinas, y aún otras mucho más ever- sivas de la potestad de los reyes, como era que las leyes reciben su fuerza, no de la autoridad de los reyes, sino de la aceptación de los pueblos... 67 . En el marco americano, por otra parte, fue frecuente que se explicaran los movi- mientos insurgentes e independentistas como un conflicto entre los dominadores españoles y los americanos dominados, donde el criollismo ocupaba un papel relevante. Pero la Independencia fue un movimiento fundamentalmente elitista, en el que el poder que antes se encontraba en manos de los españoles es asumido por los patricios criollos, sustentándose sobre las fórmulas del Antiguo Régimen que pervivirán en las nuevas Repúblicas, facilitando una continuidad de instituciones aun después del cambio de sistema de gobierno. De esta manera, si en un momento aparecía como modelo básico el liberalismo político, preconizado por la Revolución Francesa y que tenía un triunfo previo en la organización de la gran República de los Estados Unidos, parece que, en el presente momento, se acepta sin grandes dificultades el influjo del populismo español, cuya sis- temática más perfecta formuló Francisco Suárez, pero en la que no podemos descuidar también las instituciones sociales medievales castellanas y el pensamiento de Francisco 66 En esta misma línea, Menéndez Pidal comenta cómo los grandes activistas recordaban a Las Casas insis- tentemente, es el caso de Miranda y Bolívar en Venezuela, y Mier en México. Cf. R. Menéndez Pidal, El Padre Las Casas. Su doble personalidad , Madrid, Espasa-Calpe, 1963, 368-378. 67 Tomado de: O. C. Stoetzer, El pensamiento político en la América española durante el período de la emancipación (1789-1825) , t. I, Madrid, iep, 1966, 76.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz