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El Mundo Iberoamericano antes y después de las Independencias – 370 – Coincidimos con la visión planteada, hace ya un par de décadas por Françoise-Xavier Guerra cuando afirmaba: Tanto si nos referimos a la Independencia como a la revolución es preciso adoptar una perspectiva global que no separe la Península Ibérica de América, ya que lo característico de ambos procesos –Independencia y revolución– es, precisamente, su simultaneidad y semejanza. Para explicarlas no bastan las causas locales, ya que, desde este punto de vista Hispanoamérica es pura diversidad. Es necesario partir de lo que las diferencias regionales tienen en común, es decir, la pertenencia a un único conjunto cultural y político. Considerar el conjunto significa, también, estudiar la España peninsular, no como una causa exterior, sino como un elemento necesario –y en ciertas épocas, central– de estos procesos 3 . Partir de estos principios supone, necesariamente conocer el antes y el después de este proceso; analizando los hechos concretos, tal y como tienen lugar en su momento, pero relacionándolos con las ideas susceptibles de ser utilizadas a tal fin, especialmente en el marco temporal comprendido entre 1808 y 1810. No hay duda que se trata de un plazo de tiempo muy corto, máxime cuando la llegada de las noticias y toma de concien- cia en el entorno americano, supuso prácticamente el primer año 4 . 1. El uso del sentimiento religioso Y, precisamente en este entorno, podemos constatar cómo, gran número de los acontecimientos religiosos que se suceden en aquel momento, responden a la pugna entre un tradicionalismo, proveniente de la Monarquía y del entorno peninsular y, al mismo tiempo, un liberalismo o búsqueda de modernidad, derivado de las élites de las nacientes Repúblicas o nuevos Estados. Pero, con la singularidad, que ambos utilizarán idénticos ámbitos y recursos para sustentar sus posiciones. Podríamos afirmar que recu- rren a fuentes comunes, donde lo religioso –tanto en su vertiente intelectual y erudita como en la popular y devocional– tiene la capacidad de convocar a amplios grupos de la sociedad, impensables desde otras instituciones del Antiguo Régimen. revoluciones hispánicas: el bienio 1808-1810 , El Colegio de México-Centro de Estudios Políticos y Constitucio- nales, México-Madrid, 2010, 9-28. 3 F.-X. Guerra, Modernidad e independencias. Ensayo sobre las revoluciones hispánicas , Madrid, Encuentro, 2009, 2 ed., 36. Este autor ha sostenido un estudio de la historia en el que convergen diversas corrientes his- toriográficas, lo que enriquece abiertamente su discurso. Acerca de este particular, cf. R. Breña, “Pretensiones y límites de la historia. La historiografía contemporánea y las revoluciones hispánicas”, en Prismas 13 (2009) 283-294. 4 A este respecto, Guerra afirmaba: “El período que va de los levantamientos peninsulares de la primavera de 1808 a la disolución de la Junta Central en enero de 1810, es sin duda la época clave de las revoluciones hispánicas, tanto en el tránsito hacia la Modernidad, como en la gestación de la Independencia (...) Los aconte- cimientos y la evolución de los espíritus que han conducido a esta primera ruptura son los que se han producido durante ese corto lapso de tiempo”. F.-X. Guerra, Modernidad e independencias... , 148.
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