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El Mundo Iberoamericano antes y después de las Independencias – 386 – Apenas puse el pie en América, mi segunda dulce patria, la experiencia me hizo luego conocer, que esta hermosa porción del globo sufría grandes y acerbos males. Entonces en su defensa escribí las Cartas mexicanas . El amor y celo por los intereses de la América me sobre- pusieron a todas las consideraciones de la carne y de la sangre en una época en que a causa de las intrigas y colosal poder del privado Godoy temblaba de continuo toda la Monarquía con las desoladoras ondulaciones de la arbitrariedad 51 . La transformación operada en la América hispana en un plazo de tiempo muy corto es enorme. Afectando tanto a la argumentación teórica como a los hechos prácticos que tendrán lugar. La coherencia y sintonía, en relación a las independencias americanas y la actitud de los insurgentes, no parece coincidir con los hechos que acaecieron y cómo se desarrollaron originariamente. Podríamos reconocer que resulta incoherente y privada de toda conexión interna. Pero, al mismo tiempo, hemos de señalar que esto es bastante razonable, pues los acontecimientos se desplegarán a una gran velocidad, al tiempo que hemos de evidenciar que se produce en ellos mismos un cambio radical. Incluso con una evidente peculiaridad: se siguen utilizando ámbitos semánticos y lenguajes comunes para cuestiones claramente diversas a las que se entendían o estaban haciendo referencia tradicionalmente 52 . 4. En torno a un año paradigmático: 1810 La fecha del cambio puede situarse en torno a 1810, primero a partir de los levantamientos insurgentes en defensa del Soberano que, enseguida, derivarán hacia la insurgencia y autodeterminación. Un papel relevante lo ocuparán, en estos sucesos, los condicionantes religiosos que responden a la pugna entre un tradicionalismo, pro- veniente de la Monarquía y del entorno peninsular y, al mismo tiempo, un liberalismo o búsqueda de modernidad, derivado de las élites de las nacientes Repúblicas o nuevos Estados. Pero, con la singularidad, que ambos utilizarán idénticos ámbitos y recursos para sustentar sus posiciones. Reconocer este principio supone un nuevo prisma de lectura, hoy en día ya aceptado 53 . Así sucede también en la interpretación que sostuvie- ron tradicionalmente los insurgentes y, en el lado opuesto, las autoridades eclesiásticas, fundamentalmente obispos que los condenan. Los diversos territorios americanos irán construyendo su propia historia religiosa, que siempre estará en relación a un particular grupo social, capaz de coadyuvar las 51 Tomado de: R. Vargas Ugarte, Don Benito M a . Moxó y Francolí , Buenos Aires, Imprenta de la Universidad, 1931, xxi. 52 Así acaece con diversos términos como el de nación, patria o pueblo. En ellos se parte de su sentido común y genérico para, progresivamente, referirse hacia la autonomía, libertad e independencia. La base ideoló- gica estaba en la defensa común frente al invasor francés. El paso siguiente, como era de esperar, será la entrada de un lenguaje manifiestamente revolucionario. 53 Cf. R. Breña, “Pretensiones y límites de la historia. La historiografía contemporánea y las revoluciones hispánicas”, en Prismas 12 (2009) 283-294.
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