BCCAP000000000000107ELEC

El Mundo Iberoamericano antes y después de las Independencias – 384 – Si el orden social tenía un fundamento religioso, si eran los teólogos conjuntamente con los juristas quienes interpretaban y traducían el ordenamiento social, a la Corona le interesaba dominar la enseñanza teológica y jurídica, para poder así llegar a los diversos estratos sociales, de tal suerte que fuera perfectamente coherente con la política social que se estaba implantando 46 . La Teología proponía una serie de nociones, categorías y divisiones basadas en la ley natural, que servían de soporte también para el Derecho. Por su parte, la casuística proponía enmiendas a todas las situaciones que se podían dar en la vida. En este sentido, el probabilismo, especialmente moral, ofrecía la opción más amplia y, por lo mismo, la comúnmente más aceptada, lo que a su vez tuvo como consecuencia que fuera la más combatida desde los círculos regalistas. De esta manera, se convertía en el momento histórico de mayor control respecto a los impresos, tanto de su difusión como impresión, lo que justifica que sea ahora cuándo se expurguen obras de siglos anteriores, respondiendo a los criterios directores del absolutismo ilustrado. Era bastante lógico que los regalistas atacaran fuertemente el probabilismo moral, puesto que sus defensores y propagadores más convencidos habían sido los jesuitas, que lo proponían como doctrina oficial de su Orden. En este sentido, en cuanto al pensa- miento socio-político, lo que interesaba era dejar de lado especialmente las doctrinas de Francisco Suárez y Juan de Mariana, que tenían un sustrato fuertemente democrático. Al mismo tiempo, los tratados De Iustitia et Iure estaban ampliamente difundidos por todo el mundo y, por lo mismo, también en todas las ciudades americanas, donde se presentaba aquel pensamiento propio salmantino en toda su riqueza y diversidad. Es importante resaltar este detalle, puesto que nos permite vislumbrar que, aunque el cerco de controles cada vez se hacía más estrecho y violento, quedaba siempre una posibilidad para una élite intelectual que no descuidaba las posibilidades que tenía a su alcance. La realidad práctica será que aquellos que habían sido educados por los jesuitas en Colegios, Seminarios y Universidades, son los que cuando éstos desaparecen, ejercen la docencia, manteniendo la continuidad del pensamiento y de la ideología. Así lo refería al Soberano el obispo de Tucumán, afirmando que aunque éstos ya no estaban para extraviar a las gentes, en su lugar quedaba el jesuitismo 47 . Desde los primeros momentos de la expulsión de los jesuitas, se implantó un Plan de enseñanza que rechazaba el probabilismo para reemplazarlo por una lectura que se consideraba más ortodoxa, frente a la de los jesuitas que era vista como heterodoxa y peligrosa, especialmente, claro está, para los intereses de la Corona 48 . En 1794, Carlos IV promulga una R. O. por medio de la cual suprimía las cátedras de Derecho natural, por 46 Así lo atestigua, el catedrático de Instituta de la Universidad de Caracas y abogado de la Real Audiencia, Juan Germán Roscio, quién llegará a afirmar: “Yo era en otro tiempo uno de los servidores de la tiranía más aferrado a ella. Por desgracia y por virtud de un pésimo sistema de gobierno ellos eran el pasto de las Aulas de Teología y Jurisprudencia que yo había frequentado en la carrera de mis estudios”. J. G. Roscio, El triunfo de la libertad sobre el despotismo [ Filadelfia 1817 ], Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1996, 8. 47 Cf. F. J. Bravo, Colección de documentos relativos a la expulsión de los jesuitas de la República Argentina y del Paraguay, en el reinado de Carlos III , Madrid, J. M. Pérez, 1872, 151. 48 Cf. M. A. Pena González, “La Teología en Salamanca en el siglo XIX”, en Naturaleza y Gracia 54 (2007) 575-614.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz