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El Mundo Iberoamericano antes y después de las Independencias – 382 – y escritos concretos, lo que permite acercarse al orden social de la época. En un caso como el de la configuración de un pensamiento social liberal, con expresiones que superan el marco religioso, no se recurrirá exclusivamente a la ciencia teológica sistemática, sino que ocuparán también un papel significativo el aspecto moral, el catequético y el penitencial, cuestiones que privilegiaban penetrar en las conciencias personales y en los entornos de la urdimbre afectiva de la sociedad y sus gentes. Los periódicos y sermonarios, en este sentido, fueron dos canales oportunos para la penetración de nuevas ideas y la generalización de las existentes 40 . Al mismo tiempo, los cabildos, como órganos consultivos de los virreyes, eran también un lugar privilegiado para tomar el pulso a la expresión popular. Si el pensamiento clásico hispánico, que venía vertebrado por el iusnaturalismo , había ocupado un papel de suma preponderancia en el pensamiento de las élites, a lo largo de todo el Antiguo Régimen, según se van sucediendo las décadas del siglo XVIII lo comienzan a hacer también las tesis regalistas y el despotismo ilustrado , configurándose un grupo de pensadores que pretendían y proponían activamente una nueva configura- ción social, donde la figura del soberano tomaba una relevancia y actitud anteriormente desconocida en los contextos hispánicos. No cabe duda que la progresiva institucionali- zación de las estructuras del Estado, por parte de los Borbones, está en estrecha relación con el Despotismo ilustrado, que tenía en el obispo de Meaux una de sus fuentes de inspiración más genuinas. Éste defendía que el régimen político que mejor se acomoda- ba a la realidad histórica era la Monarquía real y hereditaria 41 . La vinculación con los Borbones, por parte de España a lo largo del siglo XVIII, llevaba consigo que las prácticas absolutistas se fueran asimilando en el nuevo contexto social. Si en las décadas siguientes a la guerra de Sucesión el pactismo clásico seguía configurando la organización entre el soberano y los vasallos, en el último tercio del siglo XVIII el absolutismo cobrará mayor fuerza, produciéndose un significativo cambio político de control, tendente hacia el Despotismo ilustrado, especialmente en torno a la fecha simbólica de 1767-1768, coincidiendo con las Reales Cédulas de extrañamiento de los jesuitas. Carlos III, en este sentido, por pragmática sanción del 23 de mayo de 1767 prohíbe enseñar –aún con título de probabilidad– la doctrina del regicidio y tiranicidio de Francisco Suárez. Formalmente sustituye el probabilismo jesuítico por un fuerte rigorismo, en el que los eternos competidores de estos últimos ocuparían un papel pre- ponderante, sin descuidar también el jansenismo, que, aunque con menor importancia, seguía siendo opuesto al pensamiento oficial de la Compañía de Jesús. 40 A este respecto, Guerra refiere cómo, la prensa insurgente va dando noticia de los excesos realistas, logrando que, en el sustrato mental, se comience a configurar la idea de un martirologio americano, en el que ocuparían un papel relevante los mártires del 2 de mayo de 1808 en Quito, a los que pronto se erigirá un monumento fúnebre en Caracas, con figuras alegóricas, donde América aparece ya representada llorando la desdicha de sus hijos. Cf. F.-X. Guerra, “Identidad y soberanía: una relación compleja”, en Id., Las revoluciones hispánicas: independencia americana y liberalismo español , Madrid, Editorial Complutense, 1995, 228-229. 41 Cf. J. B. Bossuet, Política sacada de las Sagradas Escrituras [1709] , Madrid, Tecnos, 1974, [lib.I, art.1, prop.7], 44.

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