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El Mundo Iberoamericano antes y después de las Independencias – 380 – El paso siguiente era poner freno al tirano y, si este actuaba como una bestia feroz e inhumana, era deber del pueblo utilizar todos los medios para despojarlo de tal dignidad. Desde la argumentación tomista distingue perfectamente entre aquel que ha usurpado el poder y, al mismo tiempo, el que ha abusado del mismo. El detalle resulta especialmente sugerente, ya que existía la posibilidad de que alguien que hubiera asumido el poder legítimamente, terminara manteniéndolo de forma indebida e ilícita, por lo que debía ser depuesto, incluso por la fuerza 34 . Todavía llegará a afirmar: El tirano no espere nunca que se hayan reconciliado con él los ciudadanos si no ha cam- biado de costumbres. Debe temer hasta a los que vayan a ofrecerle dádivas 35 . La postura del jesuita era suficientemente polémica como para que no pudiera pasar desapercibida y fuera recurso adecuado en momentos muy diversos. Esta sensibilidad y lugar común, que estuvo presente durante el reinado de los Habsburgo, se pierde con la entrada en escena de los Borbones, aunque seguirá siendo defendida por los teólogos, especialmente por los jesuitas, que serán los que mantengan un pensamiento corporativo que trasciende el contexto local. De esta manera, la teoría que se va configurando como lugar común de pensamiento era que la comunidad social era la soberana habitual de la potestad civil, de tal manera que, cuando el titular cesaba sin sucesor legítimo, –ya fuera por deposición, renuncia o abolición de la institución correspondiente– la soberanía revertía en la comunidad política, como auténtico titular habitual. Dicha doctrina no era una simple entelequia, sino que estaba perfectamente imbricada en el pensamiento hispánico, tanto en los entornos cortesanos, como en las aulas universitarias y ambientes intelectuales de las distintas épocas –aquende y allende los mares– así como en los marcos religiosos y ecle- siales, identificados fundamentalmente por el púlpito y el confesonario. No cabe duda que el cambio fue lento y progresivo de tal suerte que los Borbones, desde una actitud absolutista, fueron determinando la configuración de una nación a partir de la propia institución soberana. 3. Entre la política y el control absolutista Dichas ideas cobran mayor fuerza si tenemos en cuenta que, la formación universi- taria en Hispanoamérica estaba fundamentalmente en manos de la Compañía de Jesús. Eran éstos, desde su presencia en las Universidades así como sus Colegios-Universidad, 34 “Equidem in eo consentite tum philosophos tum theologos, eum Principem qui vi et armis rempublicam occupavit, nullo praeterea iure, nullo publico civium consensu, perimi a quocumque, vita et principatu spoliari posse”. Ibid ., 74-75. 35 “Sed tyrannus cives nisi mutandi reconciliatos sperare non debet, metuere etiam ferentes dona. In eius vita grassari quacumque arte concessum”. Ibid ., [lib.I, cap.7], 86-87.

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