BCCAP000000000000106ELEC

MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 150 5. d octrinas Y teólogos en el cuatrocientos salMantino Por lo mismo, retomando las palabras de Vázquez Janeiro, para Sala- manca y su Universidad “el siglo XV bien puede ser considerado como la primavera o el amanecer de nuevos tiempos” 92 , donde los hechos históricos que acaecen especialmente a inales del siglo XV en la Corona de Castilla, han de ser puestos en relación con un entorno más amplio, considerando que, en la relación de los mismos es donde surgen y se ponen en relación los campos del saber y de la ciencia, en los cuales hay novedades singulares y signiicativas. La Teología, en este marco formal, que sigue siendo la ciencia primera del momento, no podía quedar al margen de estos hechos, sino que se producen frutos que se concretan en el desarrollo de una nueva comprensión de la Teología donde aparecen personajes tan signiicativos como el Tostado, Pedro Martínez de Osma, Sánchez de Arévalo, Alonso de Santamaría, Anaya Maldonado, Juan de Mella o Juan de Torquemada. Precisamente, tres de éstos, participarán en el Concilio de Basilea como teólogos: Juan de Segovia, el Tostado y Torquemada, cuya obra eclesioló- gica hizo época 93 . Estos maestros, de igual manera que ocurrirá con los del siglo XVI, coinciden en trascender su entorno natural por el hecho de ser conocidos más allá de las fronteras de Castilla, lo que va estrechamente unido también a los grados que comienza a conferir la Universidad en aquellos momentos, y las relaciones que les permite la coyuntura tan par- ticular que generan los Concilios de Constanza y Basilea. Por tanto, se trata de dos hechos que se relacionan entre sí, produciendo un efecto im- pulsor hacia fuera de las propias fronteras. Salamanca, de esta manera, comienza a ser considerada como una realidad en los marcos teológicos, y no simplemente como una posibilidad de estudio al igual que lo era París. Por otra parte, no se puede olvidar que esto obligaba al mismo Estudio a cuidar y atender a los maestros, así como a su manera de enseñar, y al mé- todo para escoger a los más idóneos o a los que contasen con mayores apoyos institucionales. El in de siglo, determinado por el año 1492, supone también un antes y un después en el contexto de las Coronas de Castilla y Aragón. Aparente- mente, quedaba consumada la unidad de España, con la limitación de lo que puede suponer esta airmación. No cabe duda que la imagen de unidad aportaba fuerza y estabilidad para los reinos peninsulares y, al mismo tiem- po, daba paso a una etapa cuyo horizonte novedoso también sería el en- cuentro pacíico. Realidad que se encontraba demasiado distante en el tiempo como para ser suicientemente valorada por la gente. A conquistar 92. I. v ÁzQuez J aneiro , La Teología de Salamanca en el siglo XV …, p. 172. 93. Acerca de la misma, cf. J. l ópez de g oicoechea z aBala , Dualismo cristiano y Esta- do moderno , Salamanca, Universidad Pontiicia de Salamanca, 2005.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz