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124 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ toda índole. De igual manera, sucedía con la hostilidad a cualquier refor– ma de los estudios, a la que también se unían los estudiantes. Al mismo tiempo, la decadencia de la Iglesia había contribuido significativamente a que el propio Pontífice, obsesionado con el Cisma, utilizara la institu– ción académica como un arma más en la defensa política de sus propios intereses 3 , que se concretará de manera palpable en los sucesivos y con– vulsos Concilios que tienen lugar hasta mediados del siglo XV. Por otra parte, también es cierto que la Universidad de París se verá también sometida a la voluntad política del Rey, viéndose progresivamente sus– traída de la tutela pontificia 4 • Con la intención de poner fin al Cisma y reformar los excesos que se vivían en la Iglesia, el papa Juan XXII y el emperador Segismundo convo– can el 30 de octubre de 1413 el Concilio de Constanza, que inaugurará sus sesiones el 5 de noviembre de 1414, prologándose hasta 1418. La inten– ción era recuperar la unidad de la Iglesia, poner freno a las herejías, funda– mentalmente de Wiclef y Hus, al tiempo que reformar la disciplina eclesial. Pero la cuestión no era tan sencilla, ya que cuando el Concilio viene emplazado eran tres las personas que reclamaban el solio pontificio y, hasta ese momento, no habían aceptado la autoridad conciliar por encima de la propia 5 • En la sesión IV, del 3Ode marzo de 1415, viene aprobado el decreto Haec sancta donde se afirmaba rotundamente la intervención del Concilio como supremo arbitrio: Primero. El santo Sínodo en nombre del Espíritu Santo legítimamente reu– nido, formando un Concilio general y representando a la Iglesia católica mili– tante, tiene de Cristo una potestad inmediata, a la que cada uno está obligado a obedecer, de cualquier cualidad o dignidad que sea, incluso papal, en lo que toca a la fe y erradicación de dicho cisma 6 • 3 Cf E. DELAURELLE, E.-R. LABANDE y Paul ÜURLIAC, «Las Universidades», en Augustin FLICHTE y Víctor MARTÍN (dirs.), Historia de la Iglesia. XIII. Espiritualidad y política en la Edad Media, Valencia, Edicep, 1977, p. 242. 4 El hecho tendrá un momento particular de inflexión cuando la Universidad se desmarque defini– tivamente de la obediencia de Benedicto XIII. Cf André TUILIER, Histoire de L'universitéde Paris et de La Sorbonne. 1. Des origines a Richelieu, París, Nouvelle Librairie de France, 1994, pp. 192-193. 5 Acerca de dicho Concilio, sin intención de ser exhaustivos, cf. Palemon GLORIEUX, Le Concite de Costance au jour le jour, Tournai, Desclée, 1964; Joseph GILL, Constance et Bale-Florence. Histoire des conci– tes oecuméniques, París, Éditions de L'Orante, 1965; Paul DE VooGHT, Les pouvoirs du Concite et l'autorité du Pape au Council de Costance. Le décret Haec Sancta Synodus du 6 avril 1415, París, Du Cerf, 1965; Fran– cis ÜAKLEY, Council over Pape? Towards a provisional ecclesiology, New York, Herder, 1969; Walter BRAND– MÜLLER, Das Konzil von Konstanz (1414-1418). I. Bis zur Abreise Sigismunds nach Narbonne. II. Bis zum Konzilsende, Paderborn, Ferdinand Schoningh, 1991-1997. 6 «Et primo, quod ipsa synodus in Spiritu sancto legitime congregata, generale concilium faciens, ecclesiam catholicam militantem repraesentans, potestatem a Christo inmediate habeat, cuí quilibet cuiuscumque status vel dignitatis, etiam si papalis exsistat, obedire tenetur in his que pertinent ad fidem et exstirpationem dicti schismatis». «Haec sancta (Constanza, 30 de marzo de 1415)», en Giu– seppe ALBERIGO (dir.), Conciliorum Oecumenicorum Decreta, Bologna, EDB, 2002 (2.ª ed.), p. 408.

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