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154 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ marcos teológicos, y no simplemente una posibilidad intelectual repitien– do el modelo parisiense. Por otra parte, no se puede olvidar que esto obli– gaba al mismo Estudio a cuidar y atender a los maestros, así como al modo de enseñar de los mismos, y al método para escoger a los más idóneos o a los que contasen con mayores apoyos institucionales. Ya en 1447 el propio Juan de Segovia, al hacer donación de parte de su biblioteca al Estudio, habla de la prosperidad que vive la Alma Máter salmantina, que él atribu– ye al cumplimiento de las Constituciones de Martín V, así como a la serie– dad con que se lee en sus cátedras, a la gratuidad de las matrículas, a sus veinticinco cátedras con salario y a la atención que en el Estudio se daba al hebreo, caldeo y árabe 1 º 8 • El fin de siglo, determinado por el año 1492, supone también un antes y un después en el contexto de las Coronas de Castilla y Aragón. Aparen– temente, quedaba consumada la unidad de España, con la limitación de lo que puede suponer esta afirmación. No cabe duda de que la imagen de uni– dad aportaba fuerza y estabilidad para los Reinos peninsulares y, al mismo tiempo, daba paso a una etapa cuyo horizonte novedoso también sería el encuentro pacífico. Realidad que se encontraba demasiado distante en el tiempo como para ser valorada de manera adecuada por sus gentes. A con– quistar ese espacio de paz y tranquilidad interior habían ayudado también la expulsión de los judíos que, lejos de ser únicamente algo promovido por la Corona, tenía un fuerte respaldo social, que justificaba la manera concreta en que se estaba llevando a cabo. Desde el marco religioso, estaba también presente toda una literatura teológico-apologética, donde un número significativo de autores escribían obras apoyando directamente una intervención contra este tipo de grupos socio-religiosos minoritarios, justificando sus posturas desde un contexto de catolicidad, que ahora comenzaba a verse como una posibilidad real, 108 «Sed hec minora velut arbitratus sum voce promotiva mei, excellentiis appensatis quibus vestra inter cereras latinas pollet generalium Universitates studiorum. Has profecto ad oculum demonstrar et vicessimus quinarius numerus cathedrarum salariatarum perhenni stabilimento fundatus, Theologie videlicet, Iuris canonici et civilis, Medicine, Philosophie naturalis, moralis quoque, Retorice et Logice nove et veteris, necnon Gramatice sed et hebraici caldei arabicique ydiomatum». Juan DE SEGOVIA, Ms. 211, f. 3v., p. 147. El detalle de la gratuidad de la matrícula hay que entenderlo en el sentido de que la pequeña aportación que los estudiantes hacían a la Universidad era un donativo, que no se utilizaba para su sostenimiento, sino que iba destinado a dignificar algunas fiestas, como era el caso de la de santa Catalina. Por otra parte, en el conjunto de los ingresos de la Universidad, por medio de las Tercias, resul– taba anecdótico. Juan de Segovia era consciente de que las bibliotecas mejor dotadas en la ciudad de Salamanca eran las de los Menores y Predicadores, en las que no había encontrado muchas facilidades para su uso, por lo que legará su patrimonio a la Universidad de Salamanca, con la intención de que los estudiantes sin recursos tuvieran dónde consultar y estudiar sin problemas. Al mismo tiempo, esperaba que con su donación se corrigiera el error del Estudio, que no contaba con locales y seguridad a tal efec– to. Con gran acierto, ponía unas condiciones para la donación: que los libros no pudieran ser vendidos ni enajenados; que se guardaran en la biblioteca, fijos por cadenas a no ser que se copien o se adquirie– sen otros semejantes o iguales; que los más valiosos fueran depositados en el arca del tesoro. Dicha escri– tura de donación se terminó de redactar el 9 de octubre de 1457.

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