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PROYECTO SALMANTINO DE UNIVERSIDAD PONTIFICIA E INTEGRACIÓN... 131 de legado pontificio, quien aborde la tarea de reformar el Estudio, creando y dotando tres cátedras de Teología, para lo cual se valdrá de los Estudios de franciscanos y dominicos, que gozaban de un gran prestigio, incorpo– rándolos a la Universidad; proceder que respondía también a la práctica parisiense. El detalle resulta particularmente interesante puesto que los Menores consideraban generalmente como Pontífice legítimo al de Roma y no al de Aviñón, lo que en Castilla entraba en confrontación con los inte– reses de Juan I. Precisamente éste tenía intención de hacer juramento a favor de Clemente VII en la iglesia de San Francisco de Salamanca. Los frai– les atribuirán a un milagro que no se pudiera celebrar dicho juramento 21 • Estos pequeños detalles, así como otros que ahora iremos relacionando, ponen en evidencia que no se trataba de algo improvisado sino que había una intencionalidad, ya que el 18 de diciembre de 1378 Clemente VII había dado a Pedro de Luna autorización para reformar los estudios exis– tentes en la Península Ibérica 22 • Clemente VII por medio de su Legado se apoya en los dos Estudios Generales, para dar los pasos conducentes a la consolidación de una Facultad de Teología en la Universidad de Salaman– ca, por lo que el reconocimiento de los estudios realizados, ya fuera en San Francisco o en San Esteban, iba estrechamente unido a la incorporación en la Universidad 23 • Este estado de cosas lleva a cuestionar la afirmación que hacía Vicente de la Fuente, a finales del siglo XIX, considerando que «la Teología no se estableció en las Universidades de Salamanca, Valladolid y Lérida hasta principios del siglo XV» 24 • En este sentido, es cierto que no se habían establecido todavía como estudios oficiales y reconocidos para todos los estudiantes, aunque existieran intra ordinem para las respectivas Órde– nes religiosas. En este orden de cosas, para Beltrán de Heredia: se dio un nuevo impulso a los estudios teológicos en la Universidad. No se trataba propiamente de erigir la Facultad, pues existía ya, no sólo de jure sino de facto aunque en forma modesta, siendo preciso ampliarla y reforzarla. La enseñanza tendía a quedarse forzosamente en los conventos franciscano y a todos aquellos que leyeran o escucharan en la misma fue motivo suficiente, ya que un número signi– ficativo de estudiantes se dirige al mismo Pontífice para solicitar un permiso especial, por medio del cual poder estudiar allí, por no conocerse centros más adecuados que aquél. De manera particular, hasta 1417, Benedicto XIII defiende y protege de manera particular al Estudio salmantino. Cf León ESTEBAN MATEO, Cttlt11ra y preh11manismo en la C11ria Pontificia del Papa L11na, 1394-1423, Valencia, Universitat de Valencia, 2002, pp. 97-99. 21 Cf Manuel DE CASTRO Y CASTRO, San Francisco de Salamanca y s1t St11dütm Generale, Santiago de Compostela, Aldecoa, 1998, p. 25. 22 Cf José ZUNZUNEGUI, «La legación en España del cardenal Pedro de Luna: 1378-1390», en Xenia piana Ssmo. Dno. Nro. Pío Papae XII a Fac. Hist. Eccl. in Pont. Univ. Gregoriana dicata, Roma, Herder, 1943, p. 134, doc. 3. 23 En este sentido, no se puede perder de vista que dicha incorporación tenía su origen en la esco– lástica clásica, donde el principio fundamental había sido «ubi magistri ibi cathedra». 24 Vicente DE LA FUENTE, Historia de las Universidades, Colegios y demás establecimientos de enseñanza en España, Madrid, Imp. de la Viuda e Hija de Fuentenebro, 1884, p. 209.

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