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LA FAMILIA: ALTERNATIVA VERAZ MIGUEL ANx0 PENA GONZÁLEZ Prof, de la Facultad de Teología Cada día, la realidad del emigrante está más presente en nuestro entorno y preocupa, de una manera u otra, a toda la sociedad. Parece que, desde el entorno de las grandes ciudades, nos hemos acostumbrado a verlos como un elemento más, algunos incluso llegan a entenderlos ya como parte de la geo grafía social que nos rodea. Pero el hecho de ser un elemento más parece que no es suficiente; es necesario considerarlos simplemente como personas; sin ningún tipo de calificativos, como individuos objeto de derechos y deberes, superando la realidad de un número en una tarjeta de emigración, que se con vierte para aquel que llega a nuestras puertas, en el elemento más codiciado de una sociedad desarrollada y, que a partir de ese momento, comienza a ser con siderado y valorado. El emigrante es, ante todo y sobre todo, una persona que también tiene unas necesidades que han de ser cubiertas, amén de unos sentimientos, que no siempre son los más agradables, en razón de la obligada actitud de desarraigo y desencuentro en la que tiene que situarse y en la que se ve obligado a vivir. Es desde este sucinto marco, desde el que es necesario ayudar a formular un espacio más adecuado y permeable, para que también el emigrante pueda sen tirse a gusto y crecer en una determinada sociedad; que no se convierta exclusi vamente en ese elemento de producción tan rentable para la sociedad de aco gida. Desde esta opción, que no dudamos que tiene una inmensa carga de utopía, es posible considerar a la familia como una oportunidad singular para su crecimiento personal y social, una alternativa veraz y auténtica frente a un mundo que, en la mayoría de las ocasiones, está construido a golpe de aparien cias y ficciones. La familia es el espacio privilegiado por excelencia en donde todo individuo tiene la oportunidad de recuperar los ideales perdidos, haciendo más visibles y

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