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92 Miguel Anxo Pena Gonzalez quiavélicas, por lo que considera impropio seguir falsificando los argumentos para el interés de unos pocos. Teniendo claros estos principios, a las enco miendas las llamará por lo que él entiende ser su verdadero nombre: ventas de indios. La razón para él se encuentra en que, aunque lo ocultan con otros nom bres, éste es el que más se ajusta a la realidad. Por otra parte, no descubrir el engaño es seguir colaborando a la servidumbre práctica de los indios, en lo que él no está dispuesto a colaborar. De la práctica de los encomenderos que así actúan, se sigue su condena ción, a la vez que la de los pobres infelices que son arrastrados por su tiranía. Intenta además hacer caer al rey en la cuenta de que otras naciones, aun sien do bárbaras, al menos se sujetan al suave yugo del Evangelio, aunque esto implique la pérdida de alguno de sus intereses76. Si a esto no se pone reme dio, ocurrirá lo que ya había preconizado Bartolomé de las Casas: la total rui na de las Indias, donde el bautismo más que una liberación se convertirá en una carga. Termina su alegato preguntándose a cuántos encomenderos más se les se guirá permitiendo este tipo de prácticas. Cree que deberían estar sometidos a las normas del rey y a aquellas que miran a su salvación eterna. Espera que el rey dicte a favor de la libertad de los indios y la noticia llegue a aquellas tie rras donde moran, para acabar con los desmanes. El 28 de agosto de 1681, Francisco José de Jaca concluye su manuscrito sobre la libertad de los negros. Este documento iba dirigido al rey de España, don Carlos II. En todo el documento se deja ver un estilo barroco, propio de la época y que dificulta la comprensión de las ideas que el misionero expone. La argumentación está basada fundamentalmente en la Escritura, algo propio y característico de los capuchinos. La dialéctica se maneja en las disciplinas que ayudaban a la justificación de la esclavitud: el derecho, la filosofía, la te ología y la moral. Estas mismas son las que el capuchino utiliza para mostrar la ilicitud de la servidumbre. No se arredra ante ninguna de las afirmaciones mantenidas por los maestros, antes bien tiene siempre pronta la pluma para responder y clarificar las posturas utilizadas por éstos. El documento no deja de ser una síntesis de lo que podría haber sido un tratado más extenso, en el que el misionero pretendía seguir trabajando. Entre sus papeles encontramos notas para un desarrollo posterior más denso y exhaustivo77. Su actitud en la 76 Cf. AGI, Audiencia de Santo Domingo, leg. 222, f.n.n. 77 Cf. AGI, Audiencia de Santo Domingo, leg. 527, ff. 334v-345v.

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