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80 Miguel Anxo Pena Gonzalez realidad que coincide perfectamente con la descrita en los Hechos de los Apóstoles, haciendo referencia a las primeras comunidades cristianas: El convento tiene cien esclavos o más; cada uno tiene su cabaña para sí y para su familia. Sin ninguna duda son los esclavos más felices y, por otro lado, gozan de una tranquilidad, que raramente es poseída por los libres. No tienen otro trabajo que encargarse del cuidado de los jardines. Siembran y plantan aquello que les mandan, y descansan en su trabajo, cantando y permitiéndose el placer de saber que obtendrán la parte que les corresponde de los frutos que cultivan. Terminado el trabajo, se divierten alegremente, sin temer que la codicia de los vecinos los ha ga prisioneros45. En razón de la seguridad y vida tranquila que poseían los esclavos de la Iglesia, no dejan de darse casos de africanos que intentan sustituir su libertad por la servidumbre de la Iglesia. Así lo describefray Bernardino ignazio d’As ti en Soyo. Narra el caso de dos muchachos esclavos que intentaron robar un cochino que un bienhechor había regalado a los misioneros. Los muchachos se encargaron de dejar indicios suficientes para ser detenidos. Todo ello por el conocimiento de una ley tradicional africana, que les condenaba a ser reduci dos a siervos de aquel que se había visto perjudicado por su actitud. La razón estaba en que ambos jovenzuelos habían descubierto que su amo pensaba em barcarles para Brasil, de esta manera salvaban el ser enviados a América, pues sabían que los Capuchinos no les habrían vendido46. También se llegó a dar casos de siervos de la Iglesia, que sabiendo que los misioneros no les tratarían con violencia y dureza, mantuvieron una actitud claramente hostil y beligerante, abusando de sus derechos y no asumiendo sus obligaciones en la vida interna de los hospicios. Los misioneros, en sus rela ciones, con cierta frecuencia se quejan de este tipo de conductas, contra las que no pueden hacer frente ellos solos. En 1835, con la supresión de las Órdenes religiosas, los esclavos de la Igle sia cayeron en manos de los compradores y fueron enviados al Brasil, a com partir la terrible situación de los otros esclavos47. Los hospicios que eran fuen ‘ Ibidem, 45. 46 Cf. BERNARDINO IGNAZIO D’Asii, La Pratique Missionaire des PR Capucins ltaliens dans les ro yawnes de Congo, Angola et contrées adjacents, bivernent exposées por éclairer et guider les mis sionnaires destinés ces saintes nzissions. 1747, Louvain 1931, 134. Cf. T. FILESI, L’epitogo delta «Missio Antiqua» dei cappuccini itel regno del Congo (1800-1835). (Sulla scorta dei documenti dett’Archivio di Propaganda Fide), en Euntes Docete 23 (1970) 413.

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