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Los Capuchinos y la esclavitud negra en los siglos XVII y XVIII 79 razón de los delitos cometidos, pudieran vender los negros a los comerciantes portugueses por medio del procurador de la misión. Propaganda remite esta cuestión al Santo Oficio42. Como veremos por los testimonios que siguen, se trataba de un caso muy concreto y no de la costumbre común. Por otra parte, la respuesta era obvia y no ofrecía duda alguna: los esclavos de la Iglesia no podían ser utilizados como mercancía de cambio y comercio. Los mismos africanos residentes en los hospicios eran conscientes de la se guridad que poseían, por su situación sabían que no podían ser molestados y que en la práctica estaban más seguros que los hombres libres, que en cual quier momento podían ser esclavizados por los mercaderes y pueblos vecinos. También eran conocedores del riesgo que sufrían sus vidas con la ausencia de los misioneros, puesto que los mercaderes aprovechaban estas oportunidades para apoderarse de ellos. A este respecto, contamos con el testimonio del viajero y aventurero fran cés 1. B. Douville, que en 1829 describe en su libro de viajes sobre el Congo, cómo era la vida en el interior de uno de estos hospicios. Comienza descri biendo aquello que más sorprende al visitante a primera vista. El cultivo de la tierra: Este es el más bello que existe en los reinos de Angola y Benghela. Sus jardines pueden parangonarse a aquellos de los palacios de Francia. Tienen calles de na ranjos, limones, tamarindos y guayabos; otras están cubiertas de pérgolas tan es pesas, que no dejan pasar el sol, de las que penden racimos de uva exquisitos.. Después de haber presentado la imagen que descubre el visitante, describe las viviendas utilizadas por los esclavos, hablando de ellas como de algo de coroso y ordenado, lejos del desorden acostumbrado en aquellas tierras: Se encuentran situadas en aquel lugar las estancias de los esclavos del convento... En ningún sitio se encuentra una propiedad tan agradable. Pero la reflexión más importante es la que ahora nos presenta, haciendo mención a la vida concreta que llevaban los esclavos dentro del hospicio. Una 42 Cf. APF, Lettere, vol. 268, ff. 190r. 312r; vol. 269, ff. 67v-68r. 78r. J. B. DOUVILLE, Viaje al Congo y al interior del Africa Equinoccial: verificado en los años de 1828, 29y 30, Madrid 1833, 36. 44 lbidern, 37.

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