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La etapa salmantina del patriarca y sus estudios 255 Demos un paso adelante, pues un detalle llamativo lo obtenemos de Florencio Mar– cos cuando afirma que, en el curso siguiente, el 1557-1558 aparece nuevamente en los li– bros de matrícula de la Universidad. Según él, en esta ocasión consta ya que es licencia– do en Teología: "Don Juan de Ribera lis;enciado en Santa Theulogía" 57 . Hoy en día dicho volumen está perdido, por lo que no es posible confirmar lo afirmado por el archivero uni– versitario, aunque tampoco hay motivos para dudar del mismo. Aceptando el dato por él propuesto, no resulta nada fácil delimitar cuál es la intención de esta nueva matriculación, que no era ya necesaria formalmente, puesto que, el grado de doctor o maestro, era sim– plemente el boato, expresión externa y reconocimiento público de lo recibido en la licen– ciatura58. En este sentido, pudiera ser que dicha matrícula tuviera como intención seguir disfrutando del fuero universitario, acogiéndose a los privilegios que éste le otorgaba, concretando esto en diversas intenciones no precisas 59 . Podría ser también que, en este momento, pretendiera completar su formación en la asistencia a las clases de Teología, de los maestros más importante o, también, en alguna de las cátedras de Derecho. Lo impor– tante es que el Patriarca sigue disfrutando del fuero universitario, que le podía ofrecer oportunidades, con vistas a su propio cursus honorum. Muy unida a esta cuestión está la obtención del grado de Maestro por parte de Juan de Ribera. Los datos ofrecidos por Florencio Marcos son claros y contundentes y, a par– tir del archivo universitario no es posible llegar a afirmar lo contrario. Sí es posible que hubiera una justificación, en razón de la manera de ser del propio Ribera, pues si sus ha– giógrafos insisten en su austeridad de vida y su carácter poco dado a las fiestas, no sería muy de extrañar que se mantuviese distante ele una celebración que le obligaba a practi– car todo aquello que él consideraba como algo no propio de su estado. Con todo siempre le quedaba la posibilidad que, el día que accediese a una cátedra, obtuviera el doctorado que, para desempeñar la docencia, sí era requisito obligatorio. Por tanto, nos atreveríamos a afirmar que, el currículum realizado en estos años por el patriarca Ribera. sería teológico, entendiendo por tal una teología escolástico-tomista, que luego quedaría expresado en los apuntes por él recopilados o, incluso, en sus hagió– grafos, como es el caso de Juan Jiménez, quien, afirma: En aquella célebre General, no sin alta providencia ele la Magestacl de Dios, tuvo por maestros a los insignes varones en piedad, virtud y letras, los muy reverendos padres fray Melchor Cano, Do– mingo ele Soto y Pedro ele Sotomayor. Y assí supo con la enseñanza ele maestros tan illustres (me- no sólo los que él tomó en las lecciones que oía, si no también los que se había preocupado ele hacer copiar y que se encuentran en su biblioteca. No olvidemos, por ejemplo, que entre los mismos se encuentran lecciones impartidas por Domingo de Soto o las mismas Relecciones de Francisco de Vitoria. Como ya hemos puesto de manifiesto en otros trabajos. es preciso tener presente que el traslado de apuntes y cartapacios eran las fotoco– pias de la época, en las que constaba toda una técnica elaborada y profesional a la que los estudiantes recurrían constantemente. Cfr. M.A. Pena González, La Escuela de Salamanca ... , pp. 150-155; ldem, Aproximación bi– bliográJica.. ., pp. 39-42. 57 F. Marcos Rodríguez. art. cit., p. 93. Señala que se trata de la referencia de archivo AHUSA, 274, f. 6. 58 "La licencia lo era de enseñanza "licentia docendi", requisito imprescindible para la carrera universitaria, diferenciado en esto del grado de bachiller, simple habilitación para el ejercicio profesional. Con lodo, los altos costes del doctoramiento separan en la prüctica ambos grados de licencia y doctorado, quedándose en el prime– ro la mayoría de los que no pueden costearse la pompa y ceremonia del segundo". L.E. Rodríguez-San Pedro, La Universidad salmantina del Barroco.... p. 744. 59 Al mismo tiempo. también es cierto que, una persona de su nivel social. gozaba ya de los propios privi– legios de la nobleza, por lo que no tenía mucha necesidad de recurrir al fuero académico, como solían hacer otros estudiantes que no gozaban de su status.

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