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66$ FRANCISCO JOSÉ DE JACA Y LA ESCLAVITUD NEGL De su escrito se colige que el único que mantuvo una postura cercana a los intereses de los indios fue el Provisor y Vicario General de Caracas, que no asintió directamente a lo expuesto por los encomenderos. Aunque Segui damente Jaca señale que éste descargó su conciencia, y por tanto su obliga ción de defender los intereses de los indios, en el obispo firmando así las ale gaciones de los encomenderos. Lo crítica porque aunque quiso obrar bien en un primer momento, luego termina asintiendo a todo lo que le proponen. Lo presenta como un ejemplo más de lo que sucede, coincidiendo con su inten ción, que no es otra que mostrar un personaje de cierta relevancia que su cumbe ante los intereses de un grupo de particulares. De tal suerte, que los intereses de unos particulares, se anteponen a los de la Iglesia y la Corona. A partir de este momento, es Jaca el que se proclama como abogado y defensor de los indios, analizando los principios que utilizarán sus adversa rios. Así, acerca de aquellos que sostienen que se corre el peligro de un levan tamiento por parte de los indios, no habiendo manera de averiguar nada sobre este asunto, él responde ser todo falso. La razón es lógica, pues si se hubiesen ejecutado las cédulas reales, por ser los indios fieles vasallos del rey, se habría evitado toda esta duda, alcanzándose mayores frutos de las misiones, puesto que los misioneros no se habrían tenido que dedicar a actuar como legados de la causa indiana. Con todo, considera que existe buena voluntad por ambas partes, aunque en el fondo prevalecieran los intereses de unos pocos. Muestra datos claros de cómo se han acostumbrado a la vida «civilizada» y han asumido la doctrina cristiana los que han gozado de libertad justa. De ellos se conoce que han edificado los templos de sus pueblos de misión, casas para los doctrineros así como para los viajeros, amén de pagar puntualmente el debido estipendio al doctrinero y “tratándole con mucha reverencia”. Narra el sometimiento de toda la comunidad a la autoridad del cacique, que vela por su pueblo y atiende a sus necesidades. Añade además, algo que era de singular importancia para ganar el favor del rey, el buen servicio y atención que pres taban a los españoles, por lo que recibían una pequeña compensación econó mica. La defensa de los indios la convierte en ataque directo contra los enco menderos. Le extraña que éstos no se hayan ya levantado ante las tiranías a que los someten sus señores, por lo que cree que no se les debe considerar como ladinos, en razón de que comprenden y saben distinguir lo bueno de lo malo. En las actuaciones que los encomenderos mantienen hacia ellos, no ob tienen más que perjuicios, teniendo que someterse a lo que los encomenderos les dictan con detrimento aun de su vida espiritual. Le preocupa especialmen

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