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FRANCISCO JOSÉ DE JACA Y LA ESCLAVITUD NEGRA 629 dias3; ahora se optaba por una resolución más tajante, de tal manera que no pudiera surgir ningún imprevisto. Desde los primeros días del mes de octubre, el estamento civil comienza a saber de las maniobras del nuncio. Éste, por su parte, a recabar datos sobre la actuación del Consejo de Indias. Ambos sectores se sentían en la obligación de hacer respetar sus ámbitos de poder y jurisdicción. En todo el proceso ha bía algo claro y de difícil consenso: ta inmunidad eclesiástica de tos dos capuchinos. Tema que, por otra parte, era una de las preocupaciones fundamentales del nuncio Miffini”4. En palabras de J.M. Marqués, “Ante el rey y su gobierno el D. Francisco de Altamira Angulo a Juan Jiménez de Montalvo y Sarabia (16-10- 1682), en AGI, Audiencia de Santo Domingo, leg. 527, f. 358 r-v. 114 Sayo Miffini nació en Roma, el 4 de julio de 1644. Estudió en la Universidad de la Sapienza, doctor en u/roque jure a los 19 años con la máxima calificación. Ordenado sacer dote en 1668. fue nombrado obispo de Cesarea (16-6-1675). Rápidamente le es enco mendada una tarea de gran embergadura: la nunciatura de Madrid, puente fundamental de relaciones entre el Papa y el rey Católico. Toma posesión de su cargo el 8-10-1 675. Se en trega con gran dedicación a su tarea por lo que le queda poco tiempo libre. En 1680 es promovido al cardenalato pero se le manda seguir en su puesto hasta nuevo aviso. Conta ba 37 años cuando fue promovido a la púrpura por iniciativa personal de Inocencio XI, que se siente en la obligación de premiar la gestión de Millini. Su nunciatura es la más larga del siglo XVII abarcando una década completa. Ella contribuye a que las relaciones entre Roma y Madrid sean buenas, teniendo recíprocamen te una imagen positiva. Los asuntos eran tratados dentro de un clima respetuoso. Aunque con su actitud consiguió que se le permitiese exponer y suplicar sobre la Iglesia del nuevo continente, había una fuerte tendencia a eliminar interferencias pontificias en los asuntos de Indias. Se daba además un hecho peculiar que es preciso tener en cuenta. El breve con el que había sido nombrado nuncio le profería competencia para todos los reinos de Es paña, regiones, ciudades y lugares sometidos al gobierno del rey. Pero, por un acuerdo tácito entre Roma y Madrid, el representante pontificio en esta ciudad, quedaba excluido de cualquier competencia en América. Esto puede explicar la actitud mantenida por el nuncio en el asunto de Jaca y Moirans. Una vez concluida su labor en la nunciatura de Madrid regresa a Roma, donde llega hacia el 20 de enero de 1686. Aunque se esperaban para él grandes puestos, su carrera se reduce a la diócesis que le fue encomendada y a los atributos cardenalicios. Con el paso de los años su salud se resiente y se encierra en el entorno familiar, movido también de fuer tes escrúpulos. Murió el 10 de septiembre de 1701, a los 57 años. Desde su abandono de la nunciatura de Madrid había dejado de contarse entre los personajes más importantes de la curia romana. Para más detalles, cf. G. Moroni Romeno, Mi/ini Saco, en Id., Dizionario Siorico Ectesias/ico, vol. XLIII, Venecia 1847, 142-143; J.M. Marqués, Lii Santa Sedej la Espai?a de (‘arlos II. La negociación del Nuncio Mil/ini (1675-1685), Roma 1982.

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