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622 FRANCISCO JOSÉ DE JACA Y LA ESCLAVITUD NEGRA aquellos que se han visto implicados, de alguna manera, en el proceso y pue den ofrecer algún dato de interés para enviar al Consejo de Indias. En la misma manera de abordar el asunto, se hace notar un escrupuloso interés por parte de todos los que intervienen en el Auto por mostrar la legitimidad y va lor del mismo. Ya ultimando el Auto, el 2 de abril, Francisco de Soto Longo se dirige al Castillo de la Fuerza para interrogar a Epifanio de Moirans. Una vez más el silencio es la única respuesta que recibe. El reo no está dispuesto siquiera a firmar el Auto. Después se traslada al Castillo de la Punta. Idéntica actitud mantiene Jaca hasta que decide hablar para reafirmar la postura que había mantenido durante todo el tiempo: que no reconocía por juez ordinario a di cho provisor y vicario, no queriendo firmar la confesión y viéndose obligado a ello, él mismo hace constar en el acta como: Por cuanto requerido no era el dicho señor licenciado don Francisco de Soto Longo, juez nuestro legítimo sino intruso y de las formas arriba notadas, y dá dome firmase en virtud de tal pretendida jurisdicción. Digo que por tal no quie ro reconocerlo, ni me quise en dicho requerimiento firmarlo, sólo aludiendo a lo respondido en virtud del santo nombre de la Iglesia, esposa de Jesucristo Señor Nuestro, aludiendo sólo a tan sagrado nombre y a lo por él, respondo con todas las protestas que debo y puedo según díjome. Firmó. Fr. Francisco Ioseph de Jaca de Aragón, religioso capuchino y misionario apostólico85. El día 7, el vicario promulga un decreto en el cual afirma que habiendo visto el proceso, y aun teniendo en cuenta algunas facultades eclesiásticas que le permitían proceder contra regulares, pone el Auto en manos del provincial de los capuchinos de Andalucía, para que lo lleve a término teniendo en cuen ta la legislación propia de su Orden. El 13 de abril le era comunicado a Epifa nio de Moirans86 y, al día siguiente, a Francisco José87. Dos días después, Soto Longo escribía al gobernador de la plaza para que el decreto fuese ejecutado. En veinticuatro horas el gobernador le hacía saber que todo estaba dispuesto para enviar a los dos misioneros a España. Sólo faltaba que llegasen los ga leones de Tierra Firme. 85 Cf. Ibid., f. 44r. Cf. Ibid., f. 43r-45r. 87 Cf. Ibid.

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