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11 _ FRANCISCO JOSÉ DE JACA. PRIMER ANTIESCLAVISTA DE LA HISTORIA al monarca que él mismo había aprobado asientos tan sólo tres años antes… por lo que se le estaba insinuando que no podía ahora volverse atrás. Una segunda consulta intenta acabar con los escrúpulos que todavía le podían quedar al monarca: El conducirse negros a la América, no sólo es conve- niente pero precisamente necesario, por que con la falta que hay de indios en lo principal del América, los negros son los que labran las haciendas, sin que se puedan labrar ni se labren por españoles, así por que estos no se aplican ni se han aplicado nunca, ni hay número dellos, como por que el temperamento de la tierra no es capaz por lo caliente y destemplado della de que se ocupen en estos ministerios, habiendo manifestado la experiencia, que cuando no hay copia de negros que asistan a las labores del campo, una fanega de maíz ha valido 15 pesos, y a este respecto las demás semillas, y en habién- dola baja a dos, y a dos y medio. Las haciendas princi- pales de los vecinos de ingenios de azúcar, viñas en el Perú, crías de ganado, todas se mantienen con negros, sirven también de trajineros, y marineros, de suerte que si estos faltasen, totalmente faltaría el alimento para mantener la vida humana, y los caudales por que lo prin- cipal de ellos consiste en esta hacienda, siendo también precisos para el servicio personal, por que ni criollos ni españoles no sirven. De la precisión de la necesidad de estos esclavos fácilmente se sacan las consecuencias de perjuicio que se seguirán de no haberlos, pues si ellos son los que cultivan las haciendas sin que haya otros que los puedan hacer, por que los indios han faltado, y donde los hay no se les puede obligar al ser- vicio personal, síguese necesariamente, que si se prohi- biese la continuación de conducirlos cesaría el alimento preciso para todo: el común del reino, las haciendas que principalmente, consisten en el caudal de los esclavos negros se perderían exponiéndose la América a una total ruina 11 . Si a éste le quedaba alguna duda desde la vertiente socio-económica, el Consejo había cuidado suficientemente que la rotundidad del argumento no le permitiera dudar. De esta suerte, los escrúpulos quedaban totalmente aparcados y sin fuerza, puesto que se imponían las necesidades eco- nómicas de los reinos. Aprovechan además para recordar la inquietud que había causado en La Habana la predicación del misionero, dando a entender que lo que ellos planteaban ya había sido expuesto anteriormente por diversos autores de gran talla, llegándose a la conclusión de que la esclavitud en las Indias “no es novedad sino causa de pública utilidad” 12 . Aprovechando nuevamente para recordarle los perjuicios económicos de la Corona, “que perderá si se prohibiese la 11. El Consejo de Indias al rey Carlos II (21-8-1685 ), en AGI, Indiferente General , leg. 2841, H-23, f. 1v-2v. 12. Ibídem .

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