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por jueces a los que le habían sometido y negarse a firmar la confesión. Como la venta de los negros era algo claramente fraudu- lento, su proceso se encubre por medio de otras causas, con- cretamente negando que se tratara verdaderamente de un fraile y, por lo mismo, que estuviese libre de la jurisdicción del gobernador. Con todo, el interés de éste iba especial- mente dirigido a poner freno a toda actividad que le pudiera poner en contacto con otras personas, por lo que dentro de la cárcel, después de algún tiempo, se le permitirá celebrar la misa, pero no confesar ni predicar. Meses después se pro- bará que sí se trataba de auténticos religiosos, pero los inte- reses estaban ya dirigidos hacia el traslado de los presos a España, para que pudieran dar cuenta del asunto ante el Consejo de Indias, para lo que esperaban la llegada de los galeones de Tierra Firme. – Conducido a España Una vez concluido todo el proceso, el 9 de junio de 1682, le leen el decreto. Jaca, aprovechando la presencia del notario eclesiástico, les entrega un documento en el que afir- maba que “no saldremos de nuestras cárceles hasta que la causa, por juez competente, quede decidida” 3 , entendiendo por tal un proceso canónico dependiente directamente de la Congregación de Propaganda Fide y donde no hubiera fuer- zas civiles. Una vez más se confirmaba su postura férrea en la defensa de los esclavos, mostrando su valentía y firmeza ante el poder civil. De esta manera, el problema trascendía los límites de un Estado, y se convertía en un conflicto entre las estructuras más fuertes de la época: la Corona de España y los Estados Vaticanos. La difícil relación entre el Consejo y la Congregación se situaba ante las limitaciones y abusos de la Corona respecto a las Indias y sus moradores. Evitando toda dilación, en los primeros días de julio es embarcado para España “en las naves que del Reino de Perú se han de trasladar a España en el presente año” 4 , llegando hacia el 15 de septiembre a Cádiz. La nueva situación, lejos de amilanar al misionero, le da todavía más fuerza para la lucha y, a bordo del galeón, toma la pluma con la firme inten- ción de hacer valer sus derechos y los de los negros. Lo hace dirigiéndose directamente a la cabeza, a Carlos II, haciendo mención de todo aquello por lo que han tenido que pasar en las militares cárceles por espacio de casi seis meses, pri- vado de decir misa y de toda humana comunicación. Y en dicho término de tiempo de nuevo entregado por los tales al general y dos de sus capitanes de galeones, para ser con la misma violencia llevados, como de hecho nos llevan a España 5 . Al mismo tiempo, escribe al Consejo de Indias narrando los mismos sucesos en una carta redactada en casi idénticos términos. En Cádiz es conducido al convento que los capuchinos tenían en aquel puerto, con la intención de que, quedando recluido en él, el asunto pudiera darse por zanjado, al mismo tiempo que sus superiores deberían obrar en consecuencia. Por el contrario, con su llegada a España se provoca un fuerte revuelo en los órganos civiles y eclesiásticos. Se dan una serie de movimientos definidos y con pretensiones muy precisas. El primero de ellos es el que se desarrolla a nivel eclesiástico. Jaca sigue sosteniendo la necesidad de poner en conocimiento de los órganos competentes y con jurisdic- 3. Ibídem, f. 50r. 4. “In navibus, quae de Regno Peruano ad Hispaniam profectae sunt hoc praecenti anno”: D. Francisco de Soto Longo al papa Inocencio XI (3-7-1682) , en Archivo de la Provincia Franciscana [en adelante APF], SOCG , vol. 487, f. 143r. 5. Fr. Francisco José de Jaca al rey Carlos II (4-8-1682) , en AGI, Audiencia de Santo Domingo , leg. 527, f. 192r. | Francisco José de Jaca predicando contra la esclavitud. Relieve de un bronce del escultor Antonio Oteiza. Colección privada

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