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14 Boletín Americanista , año LXIII . 2, n.º 67, Barcelona, 2013, págs. 11-32, ISSN: 0520-4100 un nacionalismo criollo, que tiene como principal finalidad la consecución de la equidad y, por lo mismo, de una organización social más justa. Esta situación tendrá un momento álgido a partir de los hechos acaecidos con posterioridad a la muerte de Carlos II, momento en el que la dinastía española de los Habsbur- go viene sustituida por la de los Borbones, más centralistas y despóticos. Afir- mar esto no quita fuerza a aquellos que, en la primera hora evangelizadora, ha- bían alzado su voz a favor de los derechos de los indios, como es el caso de Las Casas, con el título de Defensor de los indios ; así como otros que, no solo por medio de la palabra y de los escritos, logran construir espacios de vida digna en medio de un profundo absurdo. La defensa de unos privilegios civiles y económicos de los naturales es un tema que requiere ser revisado a partir de nuevas posiciones. En este orden de cosas, la referencia a la exención de impuestos a los indios, la administración de los sacramentos a los mismos, están reflejando mucho más de lo que hasta ahora se ha podido considerar social e históricamente. En este sentido, también es curioso que dichos privilegios son los que, fundamentalmente, acrecentarán el conflicto entre clero regular y secular. Por lo mismo parece necesario analizar las posturas, por un lado, de Bartolomé de Las Casas, Toribio de Benavente o Alonso de la Veracruz, y, por otro, las de Alonso de Montúfar y Vasco de Quiro- ga, entre otros. Y estos privilegios, en su vertiente canónica, no se refieren solo al sacramento del bautismo o de la eucaristía y a cómo han de ser administra- dos, sino también a otros con una fuerte connotación social, como es el caso del sacerdocio o el matrimonio. En este orden de cosas sería también necesa- rio considerar la presencia de naturales, tanto indios como criollos, en las órde- nes religiosas misioneras de primera hora: observantes franciscanos, dominicos y ermitaños de san Agustín. 2. Alonso de la Veracruz: promotor de justicia Alonso de la Veracruz será la figura más representativa de la Orden de los Ermi- taños de san Agustín en América. A él correspondió la significativa tarea de ser el primer catedrático de Filosofía de la Universidad de México. Ciertamente se trataba de un caso atípico; un graduado salmantino que, precisamente, pasará a Indias en 1536, por invitación de los agustinos y que, en el puerto de Veracruz, decide ingresar en dicha orden. Alonso Gutiérrez llega a la Nueva España en el momento en que la polémica sobre la esclavitud de los indios se encontraba en su punto más álgido. Veracruz vive esta realidad de manera directa en su contacto con los natu- rales, luchando por su promoción, de manera teórica y práctica. Era deudor de sus maestros Francisco de Vitoria, Domingo de Soto y Martínez Silíceo, a los que había escuchado en las aulas salmantinas, pero se expresará mediante la implicación personal en el problema de los naturales. Su reflexión sobre el tema tiene lugar en la relectio De Dominio infidelium , pronunciada por él en 1554 en

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