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27 Boletín Americanista , año LXIII . 2, n.º 67, Barcelona, 2013, págs. 11-32, ISSN: 0520-4100 profesión de la fe recibida, serían aptos para acceder a cualesquiera beneficios eclesiásticos, incluido el de obispo: Sostengo, pues, como opinión absolutamente verdadera y universalmente aceptada, que es preciso admitir a todos los beneficios y dignidades eclesiásticas, servicios y oficios públicos, de acuerdo con las reglas del derecho común, a los indios que han sido descubiertos en aquel Nuevo Mundo Occidental, recientemente convertidos a la fe, porque llevan convertidos a la fe más de noventa años, aunque hayan tenido padres, abuelos y bisabuelos indios y gentiles y de ellos desciendan directamente (Zapata, 2004 [1609]: 261 [ pars I , cap. 11, § 11]). En la argumentación desarrollada por Zapata, en este sentido, resulta espe- cialmente sugestivo el que afirme que los indios son tan ciudadanos, y con ma- yor razón, que el resto de peninsulares y mestizos y, en consecuencia, que go- zan de sus mismo derechos: «Y al igual que el nacido en aquellos territorios de español e india es ciudadano y no se le pueden negar los privilegios y prerroga- tivas de la ciudadanía, como afirma Francisco de Vitoria, así también y con ma- yor razón no se les ha de defraudar a estos mismos indios en sus derechos por haber admitido a los españoles, por haber escuchado la predicación de la fe ca- tólica y haberla aceptado espontáneamente» (Zapata, 2004 [1609]: 263 [ pars I , cap. 11, § 14]). En este sentido, no dejará tampoco de lado el controvertido asunto, que siem- pre estuvo presente a lo largo de la presencia española en las Indias y que por diversas razones nunca pudo resolverse satisfactoriamente, de la idoneidad de los indios para asumir cargos civiles y, principalmente, eclesiásticos, aunque se muestra reacio a intervenir en la controversia. Afirma que si hubiera indios bien preparados, estos tendrían preferencia, frente a los españoles criollos o penin- sulares, a asumir los cargos, especialmente los eclesiásticos, pues «si se encon- trase alguno de ellos (me refiero a los indios) bien formado, se le ha de juzgar el más digno para ser elegido. Y no es obstáculo haber sido gentil y descender de gentiles y paganos» (Zapata, 2004 [1609]: 265 [ pars I , cap. 11, § 19]). Haciendo más patente su argumento, denuncia la inquina y el desprecio, de los que él mis- mo sería testigo directo, que mostrarán un gran número de personas hacia indios y mestizos en el Nuevo Mundo, a los que considerarán incapaces para recibir cargos civiles y eclesiásticos: Hay quienes por desenfrenada pasión e intransigente envidia, no solo pretenden llamar incapa- ces para ser admitidos a los que son indios y descendientes de indios, sino que hasta han querido marcar con la misma nota de incapacidad, que ellos mismos han fingido entre sueños e intrigas, a aquellos que únicamente han nacido entre estos indios, pero que son de padres españoles. Y sin temor de Dios ni el debido amor a los hombres se han atrevido a increparlos de palabra y por escrito. Pero personas doctísimas y padres de profunda religiosidad, magis- trados y cancilleres justísimos, obispos de acendrada piedad, que trabajan en la Iglesia de Dios con la energía de los primitivos soldados, prueban y demuestran con toda claridad cuán errados andan en sus sueños (por no decir en sus intrigantes fantasías) (Zapata, 2004 [1609]: 265 [ pars I , cap. 11, § 20]).

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