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ENTRE LA ENCOMIENDAY LA ESCLAVITUD… 273 por lo que tampoco puede atentarse contra el derecho inalienable de la libertad. Para que la ignorancia fuera válida, esta debería ser invenci- ble por el hombre, no pudiendo superarla con los medios que tiene a su alcance. La argumentación moral y jurídica permite mostrar cómo la servidumbre de los negros es injusta. Por ello, Jaca está convencido que los compradores pagan en sus vidas y en su descendencia los deli- tos cometidos. El argumento es inapelable: los negros y sus originarios son por naturaleza libres y, en razón de derecho, están exentos de toda servidumbre. De manera parecida a Las Casas considera que los problemas de conciencia que tuvo en un principio dejan de ser tales para convertirse en una propuesta de fe, capaz de remover la estructura existente. Así, al afrontar los derechos católicos , el Evangelio ocupa un papel relevante. Presenta ya un corolario de lo que luego desarrollará: «No tiene lugar la esclavitud, en los antedichos negros y sus originarios, principalmente por ser cristianos y de la Iglesia santa hijos» 27 . Para aseverarlo aplicará la doctrina católica, que contaba teóricamente con argumentación sufi- ciente, para declarar la esclavitud como una práctica ilícita 28 . La idea general que quiere defender es que no hay lugar para la es- clavitud en el cristiano. Para ello sitúa los argumentos teológico-morales más consistentes. Comienza por la Escritura para luego ir desarrollando otros. Propone también el ejemplo de los naturales de Indias, que eran llevados a las minas de manera violenta, «como es común y consta» 29 ; contra toda la legislación existente. Considera la libertad como condición propia y peculiar del cristiano, por lo que se les ha de devolver para que se muestre, en su integridad, su ser de hijos de Dios y de su Iglesia. De esta manera, la condición del cristiano complementa la propia humana. Frente a la actitud gene- ral, en la que todos dan su opinión, califica que solo los jueces tienen autoridad, de tal suerte que respeta el orden socialmente establecido, tanto civil como eclesiástico, obligando para que se cumpla con la equi- dad y la justicia. Como consecuencia directa no puede tampoco recu- rrirse a la disculpa por medio de autoridades. Entiende la restitución como un auténtico criterio de verificación, que ha de pasar por las normas existentes en el derecho. Expone, por 27 Jaca, Resolución sobre la libertad de los negros , ii , núm. 1, p. 19. 28 Acerca de este tema, ver García Añoveros, 2000a. 29 Jaca, Resolución sobre la libertad de los negros , ii , núm. 6, p. 24.

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