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San Juan de Ávila: maestro para todo el pueblo 136 137 todos los momentos y ninguno le parece inadecuado para la tarea de acercar a los hombres a Dios. Ya sea como consecuencia de sus orígenes conversos o por la intervención de Francisco Contreras, no logrará realizar su sueño, por lo que tendrá que replantearse el futuro, decidiendo entregarse a la tarea evangelizadora en aquellas tierras, también claramente necesitadas de la Palabra de Dios. Ante estas circunstancias, comienza a vivir con el dicho presbítero, que lleva una vida austera y sobria y, desde una relación de amigo-guía, le va introducien- do en la predicación. Es posible que aprovechara estos años para completar sus estudios teológicos en el Colegio de Santo Tomás de Sevilla y, progresivamente, se irá entregando a la tarea de la predicación en diversos lugares de la diócesis hispalense. Con la protección del maestro de espiritualidad dominico Domingo de Valtanás, comenzará su tarea apostólica en Écija, Lebrija, Alcalá de Guadaira y otros lugares. No cabe duda de que San Juan de Ávila tenía la capacidad de ir aco- modándose, obteniendo lo mejor de aquellos que le guiaban e introducían en el ministerio apostólico. Precisamente en Écija, en 1530, tiene lugar la conversión de la joven Sancha Carrillo, a quien dirigirá espiritualmente por medio de sus escritos, que, con el tiempo, darían lugar a su obra más importante, el Audi, filia. En su vida se intuye que son estos años de una profunda novedad y frescura, de una entrega a la predicación de forma libre y total, pero que necesitan todavía pasar a través del crisol que suponen los límites y las dudas. Un año más tarde es denunciado a la Inquisición de Sevilla por haber man- tenido proposiciones sospechosas en sus predicaciones, de promover, en Écija y Alcalá de Guadaira, reuniones de grupos para hacer oración… Aquí debía de es- tar también la mano de la envidia, hacia un hombre que obtenía fructíferos resul- tados de su predicación y dirección espiritual, pero que, al mismo tiempo, estaba dejando en evidencia a otros pastores por su falta de celo. Una vez concluido el proceso informativo, que tendrá lugar entre el otoño de 1531 y el verano de 1532, es confinado en las cárceles de la Inquisición hispalense. A finales de año, en el mes de diciembre, responde de los cargos que se le habían imputado. El 16 de junio de 1533 concluirá el proceso, con la sentencia absolutoria por parte de la Suprema, que se hará pública el 5 de julio. El propio proceso da muestras de la atención que el proceso había generado en el pueblo, lo que quedará de mani- fiesto por el amplio número de testigos que lo defenderán. La etapa de la cárcel la vivirá como un momento de profunda vida interior y de purificación, que le llevará a tomar conciencia radical de su compromiso y servicio en el mundo y para la Iglesia. Será un verdadero crisol de aquello que él considere como esencial. En la prisión sevillana irá pergeñando alguno de sus grandes proyectos. Allí llevará a cabo la traducción de la Imitación de Cristo, de To- más de Kempis, y comenzará a escribir el Audi, filia. En este sentido, es interesante notar que el joven clérigo, al emprender la tarea de traducir la obra singular de la

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