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8 Miguel Anxo Pena González Corintios XIII n.º 145 nitiva, la oportunidad para un grupo de unos 30 privilegiados, que se formaban en un contexto privilegiado, con una espiritualidad vinculada directamente a la vida, así como la oportunidad de recibir la enseñanza de algunas de las figuras más sig- nificativas de su tiempo en el Reino de Castilla. Hacia esa realidad se dirigirá Juan de Ávila para estudiar Artes y Teología. 2. alcalá: una etapa de profunda asimilación El proyecto de colegio-universidad, más allá de su organización interna y formal, era también una llamada atenta a la vida interior, al seguimiento de Cristo y a la transformación del individuo; en definitiva, a la construcción de un hombre nuevo, capaz de abrir un camino diferente en medio de la sociedad castellana. Este hombre, al mismo tiempo, no estaba reñido con su pasado y con las co- rrientes de novedad de su momento histórico. Precisamente por ello, en esa vida interior se entrecruzaba el idealismo cristiano utópico y la ciencia teológica, que llevaba a la recuperación de la Sagrada Escritura, que debía ser estudiada con se- riedad y convertida en el centro de la teología. En el proyecto de Cisneros, como fundador de la Universidad de Alcalá, estaba muy presente la intención de un pro- yecto formativo que fuera más allá de una simple instrucción. Era la oportunidad —y así lo será también para el santo manchego— de ampliar sus horizontes de comprensión. Otear diversas posibilidades y opciones. Formar a hombres cabales, que fueran capaces de responder a la acción evangelizadora de la Iglesia, en su propio entorno y con respuestas coherentes e, incluso, novedosas. Fue esta una etapa fundante en la vida del maestro Ávila, que él supo apro- vechar, tal y como luego se proyectará en su futuro. Un tiempo de interiorización y profundización, de estudio, de conocimiento de Dios, de amistad acrisolada en el proyecto evangélico. En aquella universidad, donde permeaba por todas par- tes un ansia y proyecto evangelizador, estará acompañado y dirigido por gran- des figuras. Allí tendrá como compañero y amigo al futuro arzobispo de Granada, D. Pedro Guerrero, siendo también coetáneas otras figuras significativas del mo- mento, como es el caso de Juan de Valdés, Bartolomé Carranza, Ignacio de Loyola, Juan Ginés de Sepúlveda o el mismo doctor Constantino. Fray Luis de Granada, que escribió una biografía sobre San Juan de Ávila, re- salta la relación especial que tuvo con su maestro Domingo de Soto. El detalle tie- ne su importancia, ya que el dominico es una de las grandes figuras teológicas de la época; hombre de amplios y diversos intereses, que muestra especial atención a los problemas prácticos que se vivían en diversos lugares, así como también hacia
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