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8 Miguel Anxo Pena González Corintios XIII n.º 145 ciliar a los enfrentados, algo que hará en Baeza, con la colaboración directa de San Pedro de Alcántara. Con todo, no cabe duda de que su gran proyecto será el Baeza, construido a partir de la idea de Alcalá, pero donde la actividad apostólica quedaba integra- da como tarea concreta en la asistencia espiritual del pueblo, de tal suerte que nadie podía graduarse si no había salido primero a misionar. Era, por tanto, un proyecto con una finalidad diversa al que tenían las universidades y colegios del momento. A este fin crea la primera cátedra de Positivo (Escritura), pues esta era la herramienta fundamental de los predicadores: saber explicar la Palabra de Dios. Esa enseñanza, por otra parte, estaba orientada al discernimiento de los misterios revelados, de las explicaciones escolásticas que ayudaban y confundían a la gente sencilla. Buscaba, por tanto, que los colegiales no solo alcanzaran unos conoci- mientos intelectuales, sino que fueran más allá, alcanzando una sabiduría identifica- da en el seguimiento de Cristo, que ayudaba más a mover los corazones que un simple sermón intelectual. Por ello, en su proceso habrá una particular atención a los pobres, considerando que el «príncipe cristiano prohíba los excesivos gastos que en comer y en vestir, y otros atavíos de camas y cosas, y en otras cosas de- masiadas se hacen». Llega incluso a ser sagaz al tomar conciencia de que la educación es una preocupación profunda, no solo como consecuencia de un mayor o menor aco- modo económico, donde se ha de buscar la enseñanza para todos, puesto «que hay no pocos muchachos que, o por no tener padres o por tenerlos negligentes, no van a aprender a leer y escribir aunque tengan desocupación y dineros que dar al maestro; y sería el remedio dar poder a alguna persona para que, rogando o compeliendo, los hiciera ir a las aulas». Al mismo tiempo considera que el méto- do más eficaz está basado en las actitudes profundas y en los valores, de los que han de ir investidos los maestros, por lo que considerará que el método de ense- ñanza se debe realizar «por modo de diálogo», lo que muestra una capacidad de cercanía y de preocupación concreta. Un último detalle es el poner a los colegiales ante el ejemplo práctico y las dudas, superando la dialéctica con la realidad que el predicador y apóstol se encontraría en su ministerio, buscando, al mismo tiempo, su motivación profunda para que se mantengan en tan sacrificado ministerio, no optando a otras prelacías. Así en el Tratado sobre el sacerdocio afirma: «Educación ni aparejo para alcanzar virtud no la hay; y así, con la soltura que viven antes que sean ordenados, con esa viven después. Pues oír casos de conciencia, y de conciencia moral ¿dónde? Que en siete o más universidades que en estos reinos de Castilla hay, en ninguna de ellas se leen; y poco aprovecha para este intento que se lea en ellas Teología y Derecho canónico, pues los que admi-

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