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San Juan de Ávila: maestro para todo el pueblo 138 139 en su proyecto vital, estaban presentes algunos planes a realizar, ahora comienzan a concretarse, en medio de una profunda actividad como predicador y director de conciencias. El primero de esos proyectos será la fundación de un colegio, que posteriormente se convertirá en el Seminario Conciliar de San Cecilio. Al mismo tiempo tendrá también una participación activa en la organización de los colegios de Santa Catalina, de los Abades y de San Miguel. El maestro Ávila estaba convencido de que la educación era un medio adecuado y oportuno para expresar y compartir la fe. Precisamente, partiendo del modelo de Alcalá en el que se había formado, no se trataba solo de encon- trar maestros y docentes que estuvieran intelectualmente preparados, sino que era preciso que gozaran también de un estilo propio y evangélico; que sintieran aquello como un ministerio, como un verdadero envío. Precisamente por ello, en diversos momentos, dejará caer, con gran sutileza, expresiones que denotan su sentido más profundo. Ejemplo de ello será cuando afirme que «los escolásticos no son buenos para el púlpito», pero se intuye que, según su criterio, tampoco lo eran para la docencia, si en la misma no eran capaces de intuir un proyecto misionero apostólico. En este sentido, entendía que era preciso educar desde lo cotidiano, mirando a lo práctico, para que la propuesta pudiera fraguar sin muchas dificultades. Si el proyecto tenía su fundamento en lo que él había vivido en las aulas de Alcalá, ahora era él quien lo modelaba y configuraba, a partir de sus pro- pias intuiciones: entre ellas estaba la incorporación de la doctrina cristiana a todo el proceso de aprendizaje, mediante la técnica mnemotécnica del canto. Un peda- gogía que aparece sustentada en lo positivo y creativo de cada uno, lo que habla de un proyecto personalizado. Este detalle evidencia en él un proyecto de ma- sas —que sería el de la predicación— y uno de corte más personal, que estaría vinculado, de manera especial, a la dirección espiritual y a la educación de niños y jóvenes. Esa educación, basada en el contexto y lo cotidiano de cada uno, estaba dirigida a lo práctico, de tal suerte que el proyecto no se quedara en algo teórico. Intervendrá significativamente en diversos procesos de conversión y cam- bio de vida, como el del futuro San Francisco de Borja, que había llegado a Gra- nada acompañando los restos de la emperatriz Isabel, esposa de Carlos V. Poco tiempo después, posiblemente como fruto de sus oportunas y activas interven- ciones en proyectos educativos, don Rodrigo López le otorga poderes para fun- dar un colegio en Baeza, que iría prosperando hasta convertirse en una peculiar institución universitaria. Esta tarea, así como el afianzamiento de algunas institu- ciones educativas y la propuesta de otras, le obligará a residir en Baeza; lo que no impedirá que su ámbito de preocupaciones sea más amplio. Reflejo de ello es también su propuesta para la creación de un Estudio General en Córdoba. Es una época de profundo activismo, llevado de la conciencia de salvar y ganar almas para Dios, por lo que las tareas más institucionales de afianzamiento de los cole- gios no le impedirá seguir dedicado a la predicación, así como a la tarea de recon-

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