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dominicos y franciscanos en las universidades medievales 117 llegado el primer grupo de Predicadores, que establece su primera presencia en Italia y, el mismo año, en París se había establecido también un grupo permanente de frai- les, en Saint Jacques. En Inglaterra, su primer convento se establecerá en la primera ciudad universitaria de aquellas tierras, Oxford. Estos conventos pronto adquieren la forma de Colegios, al tiempo que los conventos se comienzan a establecer en las gran- des ciudades universitarias. Saint Jacques de París será el Studium más importante de toda la Orden, a la sombra de la institución universitaria más importante de la Iglesia, para el estudio de la Teología. Su recorrido había comenzado con el Capítulo de 1120, que se concreta en 1227, cuando el maestro secular Juan de Saint Albans se compromete a enseñar en su con- vento. Dos años más tarde, en el momento en que Rolando de Cremona consigue el grado de maestro, la Orden obtiene su primera cátedra de teología y, sucesivamente una segunda, con la entrada en religión de Juan de Saint Giles. La situación peculiar y especial del Studium de Saint Jacques se logra no sólo con la legislación que promueve la propia Orden, sino también con la incorporación del Colegio a la Universidad, por lo que lograba el reconocimiento y habilitación para enseñar en toda la Cristiandad para sus propios graduados, que lo son principalmente de la Academia. De esta mane- ra, el Colegio de los Predicadores de París pasaba a ser el primer colegio incorporado en el primer Studium Generale del momento. La vinculación de Saint Jacques con el Studium le dio a la Orden una preeminencia intelectual que, si bien ya tenía, en este momento se convierte en algo prácticamente identitario. Al mismo tiempo, suponía una referencia también para los Menores que, desde su propia opción institucional 16 , darán los pasos oportunos para lograr también su incorporación, a partir del modelo ya implantado. Así se explica que los Mendicantes, fundamentalmente los dominicos, en los con- ventos de las grandes ciudades se preocupasen de establecer una organización esco- lástica, cada vez más articulada y funcional, con la intención de lograr elevar el nivel cultural de sus miembros. Las disposiciones capitulares, tanto provinciales como ge- nerales de la Orden de Predicadores, se preocuparán de señalar también una política acerca de los libros, que no se limita a demarcar la necesidad de espacios físicos y a salvaguardar el patrimonio existente, sino que presupone ya una ordenada planifica- ción, que tenía como finalidad un proyecto concreto. El detalle viene corroborado por el hecho de que los libros, que se custodiaban en los conventos eran, fundamen- 16 Así se explican afirmaciones en las que refieren ser ellos los garantes de la ciencia. Así lo afirma la Cronica de Salimbene de Adam: «Isti boni homines [Praedicatores] semper de scientia gloriantur et dicunt quod in Ordine eorum fons sapientiae invenitur». Salimbene de Adam, Cronica. i . a. 1168-1249 , G. Scalia (ed.), §. 364 (CCCM 125, 383). En la misma crónica hace notar cómo entre los franciscanos, la cultura tam- bién era un patrimonio común. E, incluso, en algún momento ironiza abiertamente sobre la falta de cultura en algunos prelados. «Prelatus enim sine scientia est sicut asinus coronatus». Id., Cronica. ii . a. 1250-1287 , G. Scalia (ed.), §. 175 (CCCM 125 a , 180). Acerca de este tema, cf. M. D’Alatri, «L’istanza della cultura per gli ecclesiastici nella “Cronaca” di fra Salimbene», en Francescanesimo e cultura universitaria , Assisi: Centro di Studi Francescani, 1990, 101-103.
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