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dominicos y franciscanos en las universidades medievales 115 de san Benito para los monjes y la de san Agustín para los canónigos–, así como sus aspectos comunes. Mientras que, cuando se trata de los Mendicantes, la formulación suele ir en plural: ordines mendicantes . De tal manera resaltando el carácter plural de las mismas – ordines –, mancomunadas en una identidad, que llamaba la atención y la sen- sibilidad de aquellos que se referían a la vida religiosa de la época, cuya característica singular es el vivir de la mendicidad: mendicantes . Un participio de presente, que hacía referencia a una actividad constante en acto. Por tanto, esta corporación se identifica por la pobreza comunitaria y el aposto- lado itinerante que, al mismo tiempo, sorprende y llama la atención de aquellos que les contemplen. Sus miembros se relacionan desde la clave fraterna; les configura como un cuerpo, mostrando su ser de frailes y no de monjes, de hermanos que viven en común y forman parte de una corporación que se denomina fraternitas . El propio apelativo les identifica como un grupo diverso de los que se conocían hasta ese mo- mento. De igual manera, su forma de gobierno resulta particularmente heterogénea. A diferencia de los monasterios, éstos tendrán un régimen común y centralizado, sin fronteras y estructuras independientes 11 . Este mismo centralismo de gobierno pre- conizado por los Mendicantes, de alguna manera, favorecía también unas relaciones más horizontales, que no eran las típicas hasta ese momento en la vida religiosa y sociedad, identificada con un abad quien, al mismo tiempo podía ser señor feudal de un territorio. 2.1. La Orden de Predicadores y la organización del estudio El Papado, seguro de las ventajas que tendría la aprobación de una forma de vida aparente y formalmente tradicional, como la de los canónigos regulares, estará atento a conceder su apoyo, casi incondicional, a la nueva Orden de Predicadores, que sería una fuerza con la que contaría ante situaciones que se vivían dramáticamente en aquel momento. Por otra parte, su fundador poseía la experiencia de haber sido subprior en el Cabildo de la Catedral de Osma desde 1201, institución que estaba recién reforma- da. Si Francisco y sus primeros compañeros suscitaron reacciones negativas en la Cu- ria, como consecuencia de su aspecto pobre y la alternativa forma de vida, el primer grupo que acompaña a Domingo provoca el efecto contrario. Desde 1206, en el Sur de Francia, los obispos y legados papales serán exhortados, desde Roma, a favorecer a aquellos predicadores que se presentaban en «despecto havitu et ardendi spiritu» 12 , ayudando significativamente a una reforma de la Iglesia. 11 Esto, precisamente, será lo que se achaque a fray Elías de Cortona, sucesor de san Francisco en el gobierno de los Menores. Al margen de toda la leyenda negra que se ha construido sobre su persona, lo cierto es que sí parece bastante evidente que mantuvo un gobierno bastante personal y separado, de la fraternitas , que era la que le había encomendado dicho ministerio. Cf. E. Mori (ed.), Frate Elia da Cortona , Cortona: Calosci, 1998; V. Granata, San Francesco d’Assisi nel suo ideale, nel suo stile, nei suoi eredi. Frate Elia suo vicario per venti anni guida del movimento del Santo Patriarca , [Napoli]: ler , 1999; P. Messa, Frate Elia da Assisi a Cortona. Storia di un passaggio , Cortona: Accademia Etrusca, 2005. 12 Tomado de: G. Barone, «Il Papato e i Domenicani nel Duecento», en Il Papato e gli ordini mendicanti , Spoleto, 1998, 88.

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