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dominicos y franciscanos en las universidades medievales 111 tiandad. Por lo mismo, a lo largo del siglo xiii ayudarán y favorecerán activamente a la institución universitaria, organizando primero el estatuto del docente y del estu- diante, al tiempo que, como pone de relieve la definición, les reconocían una serie de privilegios, a partir de los modelos implantados, casi simultáneamente, en Bolonia y París. De esta manera, durante todo el siglo xiii se sucederá la progresiva concesión y configuración de dichos privilegios. Éstos habían comenzado, en 1219, cuando el papa Honorio iii había autorizado, al archidiácono de Bolonia, a otorgar la licentia docendi 3 . Podemos, por lo mismo, hablar de una voluntad delineada por la autoridad suprema de la Iglesia con la expresa intención de vincular a su poder, de manera directa y firme, el amplio mundo de la instrucción superior. En lo que al estudio de la teología se refiere, no cabe duda que París ocupará un papel singular, gracias a los grandes maestros que allí se encontraban en la primera mi- tad del siglo xii . Figuras de la talla de Guillermo de Champeaux, Alberico o Roberto de Melum o el propio Abelardo. A ellos corresponde el proyectar aquella incipiente escuela hacia el Orbe cristiano. No menor importancia tendrá la protección pontifi- cia, que le permitirá desempeñar un papel singular que, de otra manera, no hubiera podido alcanzar 4 . La argumentación teórica, que sustentaba el edificio teológico, había sido elabo- rada fundamentalmente por monjes, especialmente por san Bernardo y Guillermo de Saint Thierry. Ambos habían insistido en que la vida y la enseñanza estaban ínti- mamente conectados, por lo que un hombre tenía que vivir virtuosamente para ser plenamente tal, lo que llevaba a buscar lugares de enseñanza donde esto fuera más propicio. Entre ellos, el Studium Generale era la estructura más novedosa y adecuada para ese intercambio crítico y dialógico de ideas. La universitas , en su sentido más auténtico, era más que el reconocimiento del prestigio del que gozaría la institución con el paso del tiempo, como consecuencia de su capacidad para atraer a los maestros y estudiantes de toda Europa, y ofrecer una formación clásica, pero con metodologías nuevas, a partir de preocupaciones impor- tantes en temas punteros en ese momento. 3 Otros privilegios en la misma línea serían: 1233-1234, el papa Gregorio ix gratifica a los doctorados de Toulouse con la facultad para enseñar en todas partes, a excepción de París; 1255, Alejandro iv favorece a los estudiantes de la Universidad de Salamanca con el mismo derecho; 1268, Clemente iv autorizaba el poder conferir la licentia docendi ubique , a los estudiantes que fueran considerados idóneos por docentes autori- zados, como expresión clara de la plenitudo potestatis ; entre 1289-1292, el papa Inocencio iv concedía a los doctores por otras universidades la facultad de regendi et docendi ubique . A ello podían aspirar los estudiantes que hubieran superado los exámenes fijados al efecto y obtenido el título en derecho civil o canónico, en medicina y artes en el Studium generale de Montpellier, que había sido fundado a finales de 1289, por el mismo pontífice, idénticas prerrogativas se concedía al de Lisboa y al de Gray –en la diócesis de Besançon–, por otra parte, en Bolonia, la facultad regendi et docendi ubique locorum extra civitatem praedictam era conferida a los licenciados en derecho civil y canónico, así como en París, con una fórmula análoga a la de Bolonia pero, en esta ocasión, para los licenciados en Teología, Derecho Canónico, Medicina y Artes Liberales. 4 Cf. I. P. Weil, Intellectual Culture in Medieval Paris. Theologians and the University, c. 1100-1330 , New York-Cambridge: Cambridge University Press, 2012, 91.

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