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miguel anxo pena gonzález 136 de un reconocimiento formal, sino de derechos y privilegios corporativos, lo que se pondrá de manifiesto en el momento en que les sean reconocidos los derechos de que gozaban los estudiantes parisinos, a los de los Studia de Predicadores y Menores de Digione, lo que tiene lugar entre 1245-1246. En 1249 el privilegio se extenderá tam- bién al Studium minorita de Bolonia. Al tiempo que se constata que los Studia propios de las dos Órdenes y, sucesivamente, los de todos los mendicantes se convierten en verdaderas y propias facultades de Teología 65 , por lo que logran romper el monopolio parisino, incluso antes de que tengan lugar otras decisiones pontificias. Por otra parte, la institución de las cátedras teológicas, en los propios Studia , no impedirá el que franciscanos y dominicos asistan a las Escuelas que se impartían fuera del ámbito conventual, por parte de los maestros seculares, a quien es necesario tener presente que la única enseñanza que, por algunos decenios, los dirigentes de ambas Órdenes consienten es la que se imparte intra claustra y para la cualificación teológica. Además de las constantes suspicacias que generaron, los Studia de los mendican- tes no se puede negar que tuvieron también una influencia sobre la organización de los primeros colegios seculares, al menos en lo que se refiere al cuadro general y a su organización práctica 66 . Al mismo tiempo, la organización interna de los mismos, con la configuración de las repeticiones, en el propio Studium , no dejaba de ser una aco- modación de lo que ya hacían los regulares en los suyos, con la intención de completar y reforzar las lecciones de los profesores ordinarios de la Academia. En un paso suce- sivo, esta práctica se completará con las disputas de discusión libre, que no dejarán de ser un antecedente remoto de los futuros seminarios de investigación. Otro detalle a no descuidar, en la complementariedad de ambas instituciones, es la preocupación en la opus praedicationis que, como ya se ha señalado, tendrá un fuerte apoyo en la enseñanza superior, pero también en los instrumentos usados en y para la misma, donde el libro ocupará un lugar especialmente significativo. El libro, en este sentido, será el soporte fundamental de una predicación culta, que progresivamente había ido asimilando una de corte más exhortativo y penitencial, por lo que no iba apoyada en la palabra escrita y leída. En lo que se refiere a la vida claustral, los Estudios Generales sin grado académico, que conducían específicamente a la obtención del título de Lector , no se puede consi- derar que fuesen de rango inferior, sino que estaban determinados por la ausencia de una cátedra pública teológica, vinculada con un Studium . Su razón de ser estaba en la propia vida y ministerio de la Orden respectiva. En lo que se refiere a la vida claustral y los Studia , no se puede tampoco olvidar que la vida de un fraile en un Estudio Gene- ral, era más libre que la de otros conventos, desde el punto de vista de la observancia regular, pero muy dura desde lo intelectual. No podían ausentarse de las lecciones del lector principalis y del cursu Sententiarum y, por otra parte, debían repetir todos los 65 Cf. G. Barone, La legislazione sugli «Studia» …, o.c., 218. 66  Cf. J. Verger, «Collegi e Università tra Medio Evo ed Età Moderna», en D. Maffei - H. de Ridder-Sy- moens (eds.), I Collegi universitari in Europa tra il xiv e il xviii secolo.Atti del Convegno di studi della Commissione Internazionale per la Storia delle Università, Siena-Bologna, 16-19 maggio 1981 , Milano: Giufffrè Editore, 1991, 4.

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