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miguel anxo pena gonzález 120 Los Menores, después de vivir un primer periodo marcado por la itinerancia, co- mienzan a organizar formas estables de vida. Para 1230 el estudio de la teología estaba ya implantado en la Orden, al tiempo que aumentaba, de día en día, el número de clérigos. Pronto se tomará conciencia de que el estudio era una necesidad ineludible, puesto que sin su auxilio difícilmente se podría ejercer el apostolado, ni tan siquiera uno sencillo y humilde. La realidad iba de la mano de la prohibición expresa por parte del papa Gregorio ix , basada en la disciplina conciliar anterior, de que los simples laicos pudieran predicar, al margen de la Orden a la que perteneciesen 23 . En el lado opuesto se encontraba la Orden de Predicadores, que por su propio ser clerical, po- dían contribuir automáticamente a esta obra de bien común, que se entendía que era acabar con la herejía por medio de la predicación. En este sentido, es necesario tener en cuenta que la imitación del sistema escolástico dominico se acentúa cada vez más, especialmente desde la deposición de fray Elías de Cortona del gobierno general de los Menores, cuando la clericalización de la Orden comienza a hacerse más patente 24 . En esta misma línea de principios entraba también en juego la imagen que se irá construyendo de la propia Orden minorítica, a la que responderán cuestiones tan sig- nificativas como la veloz canonización de san Antonio de Lisboa, con la intención de ofrecer un modelo intelectual que cambiara el perfil de la Orden 25 y los mostrara no ya como un grupo de desarrapados e idealistas, sino como una fuerza y un potencial para trabajar al servicio de la Iglesia. Algo que, por otra parte, entraba en perfecta sintonía con los intereses del papado, de igual manera que sucedía con la Orden de Predicadores. En menos de medio siglo la Orden de los Menores se encontraba entre las grandes fuerzas de la Iglesia. Había logrado la posición más alta en relación al apostolado y la cultura; se había introducido entre los niveles jerárquicos más elevados y se había convertido en un elemento necesario y decisivo en la política del papado 26 ; sin olvidar 23 Cf. G. de Paris, Histoire de la fondation et de l’évolution de l’Ordre des Frères mineurs au xiii siècle , M. D’Alatri - S. Gieben (eds.), Roma: Istituto storico dei Cappuccini, 1982, 2 ed. 24 La influencia concreta será tal que incluso se pondrá de manifiesto en formas legislativas en la ordenación y organización de los estudios. De esta manera, en la rúbrica de studiis de las Constituciones de Benedicto xii , para uso de los Menores, se transcribían un buen número de normas escolásticas propias de los dominicos, con la intención de dar unas directrices y orientaciones precisas, claras y, lo que era más importante, definitivas. Con todo, esta legislación no cuajó en la Orden, que volverá a la tradición anterior a estas Constituciones. Sí aparece, de manera más patente, alguna legislación que viene asimilada en la vida de la institución, tanto en su estructura general como provincial, con vistas a fomentar y organizar los estu- dios. Un ejemplo, en este sentido, es la implantación de los estudiantes de débito –dos para cada provincia– sin que la Provincia de origen tuviera que sustentarlo, como sucedía ya entre los dominicos y, por lo mismo, la dependencia ya concreta en formulaciones jurídicas. Cf. G. Barone, La legislazione sugli «Studia» …, o.c., 223. 25 A este respecto afirma Antonio Rigon: «Nel momento in cui nel grande centro universitario di Pa- rigi si esaltaba a Antonio elo si presentava come modelo di santità francescana non si poteva in modo più esplicito e intimamente polemico prendere le distanze da lui con una valutazione della cultura puntigliosa- mente divergente. A. Rigon, «S. Antonio e la cultura universitaria nell’ordine francescano delle origini”, en Francescanesimo e cultura universitaria… , o.c., 92. 26 En este sentido, la actitud de Inocencio iv era referencia directa, no sólo fruto de una relación amigable, por el apoyo de los Menores ante el conflicto con el Imperio. En un momento que resultaba

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