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Miguel Anxo Pena González 390 «No sólo hay obligación de restituirlos a su justa libertad. Pero también, en vigor de justicia, pagarles lo que de sus antecesores, padres, etcétera heredar podían, lo que en ellos han podido enriquecer, el tiempo perdido de ellos, sus trabajos y daños» 42 . Entiende la restitución como un auténtico criterio de verificación, que ha de pasar por las normas existentes en el derecho. Si la restitución es algo prioritario, parece lógico que haga mención a cada uno de los sectores que deberán asumir esta tarea. Su interés se centra ahora en contestar a cuatro dificultades que él considera importantes, señalando primero en qué consiste cada una: «La primera que a los poseedores les excusa su opinión, en la retención de dichos negros y sus originarios. La segunda su buena fe e invencibilidad. La tercera que a su Majestad le pertenece el remedio caso que haya injusticia o agravio, pues tal permite. La cuarta que no se manifieste tal doctrina pública ni privadamente, pues aunque sea verdadera, se pueden seguir inconvenientes y no se remediará» 43 . Además de estos cuatro aspectos, entiende que se valen de otros a los que considera también necesario aludir, por las implicaciones concretas que tienen. Por ello, sin dilación, se introduce ya en el análisis de las justificacio- nes: la condena en razón de un delito cometido universalmente, que ataca el principio de la institución de la esclavitud en sí, puesto que si dichas guerras están orientadas hacia el interés de un tercero, no puede tratarse de una razón válida, en segundo lugar, la esclavitud de los hijos le lleva a preguntarse qué culpa pueden tener éstos, para que se proceda contra ellos. La única razón es la injusticia en que se mueven los asentistas. Planteada una primera respuesta se centra en los argumentos aducidos con anterioridad, analizando las implicaciones de cada uno de ellos. Sobre la justificación que sostiene que a los poseedores les excusa su opinión, afirma que para que eso sea un argumento, tiene que ser firme y estar sólidamente sostenida, no siendo suficiente con la simple apariencia de verdad. Por esta razón ataca a todos los que se defienden diciendo: «Que sus dineros y plata les cuestan, que allá se las hayan los que se los traen, venden y logrean» 44 . Si el recurso es a la buena fe e invencibilidad de los compradores, cree que, al tratarse la libertad de un derecho objetivo, otra serie de valores que no tienen ese carácter, como pueden ser la buena fe o la ignorancia quedan en un segundo plano. Ante esta tesis presenta dos posturas diversas en las que considera necesario hacer hincapié: la de los más rudos, que sostienen que si 42 Resolución II, §. 39, 51. 43 Ibid., §. 41, 53. 44 Ibid., §. 45, 56.
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